Muchas veces podemos imaginar un desenlace o un resultado diferente de las cosas, por ejemplo, si los acontecimientos hubieran sucedido de otra forma y por supuesto si los protagonistas hubieran sido diferentes. No hablo de cambiar el destino, sino de hacer un ejercicio de imaginación de qué hubiera pasado en esta crisis sanitaria, si hubiera estado gobernando un partido diferente. Es decir, que a finales de febrero, el Gobierno de España, en lugar de ser un gobierno de coalición «socialista, comunista, bolivariano y con el apoyo de los separatistas» hubiera sido un gobierno «constitucionalista y moderado». Los mismos hechos, donde la reacción hubiera sido antes o simplemente diferente, donde hubiera cambiado el número de fallecidos, de contagiados, donde no se hubieran colapsado los hospitales, donde no hubieran faltado respiradores, ni mascarillas. Imaginar así las decisiones del supuesto Gobierno, que hubieran cambiado el desenlace final.
Después de 82 días de alarma sanitaria, de haber pasado por el confinamiento, de limitar los desplazamientos, de aceptar el distanciamiento social, el uso de la mascarilla y el esfuerzo de mucha gente. Se ha conseguido el resultado buscado: detener el número de muertos y fallecidos. Aunque el virus sigue presente entre nosotros y sin una vacuna. Se puede calificar de éxito, aunque este empañado por el gran número de fallecidos y contagiados, pero se ha reducido el impacto. Se podrá criticar el tiempo de reacción en tomar medidas, la falta de recursos humanos y técnicos, pero la implementación de los métodos no farmacéuticos para controlar la epidemia de COVID-19, han funcionado. Como en casi todas las cosas que pasan en la vida, hay circunstancias o sucesos, que no se pueden imaginar, que escapan totalmente a nuestro control y que puede impedir o retrasar alcanzar los objetivos previstos.
En este caso el Gobierno de España, era el único gran responsable de tomar medidas, que podían ser tardías, acertadas o equivocadas, porque el que toma decisiones es el único que se equivoca, aunque también puede acertar. Lo que también puede interponer entre el Gobierno y sus objetivos es, la oposición política. Que puede convertirse en un competidor, en un aliado o simplemente en un enemigo, lo cual puede ayudar o perjudicar, en este caso la oposición no ha ayudado nada. No es que no se pueda criticar, que se debe. Es que no podemos llevar la ideas al extremo solo para destruir.
Está claro que este Gobierno no es perfecto, pero ninguno lo es. Que tienen defectos, que quizás hay demasiadas corrientes de pensamiento y que incluso hay que reconocer, que han metido la pata en muchas cuestiones, el sistema prueba-error ha significado equivocaciones y tener que desdecirse en demasiadas ocasiones. Pero, ¿alguien piensa que un gobierno diferente, lo hubiera hecho mejor? ¿Podemos afirmar con certeza que unas personas e ideas diferentes, hubieran dado un giro inesperado al desenlace o ni siquiera se hubiera producido? Quizás con un gobierno conservador hubiera disminuido el número de fallecidos y contagiados, quizás no se hubieran saturado los hospitales y quizás no hubiera faltado de nada, pero eso nunca lo sabremos.
Hay una cosa que es tan esencial como las ideas, son las formas que se eligen, para gobernar y para hacer de oposición. Cuando una oposición solo busca formas de destruir, cuando solo busca crispación, caceroladas y teorías de la conspiración como la celebración de las manifestaciones del 8-M. Asusta que dichas personas solo pretendan propagar hechos no probados, lanzando sombras de forma infundada, para intentar conseguir sus objetivos. Con los sentimientos no se juega, ni con los muertos, ni con la democracia, ni con todos nosotros. Por suerte, no han tenido la responsabilidad de gobernar esta vez, pero si alguien lo duda, y no lo quieren solo imaginar, tienen las urnas para poderlo comprobar.