Un Gobierno progresista debe cuidar los gestos en materia de inmigración, no puede mostrar incapacidad ni falta de sensibilidad mirando para otro lado. Las personas que se juegan la vida subiendo a las pateras o se juegan la vida saltando la valla de una frontera tienen también sus derechos. Por muy irregulares que sean, tienen derecho a ser tratados como personas. Ni puede haber territorios de primera y de segunda, ni inmigrantes sin derechos. No es suficiente con las administraciones autonómicas y locales, la Cruz Roja, el personal sanitario, la Guardia Civil, la Policía Nacional y los cuerpos de seguridad locales y autonómico, y la entrega de las organizaciones no gubernamentales. Es necesaria mayor implicación, capacidad y sensibilidad del Gobierno de España, en especial de su ministro de Interior Fernando Grande–Marlaska respecto a la tragedia de la valla de Melilla del 24 de junio.
Unos 1.700 inmigrantes, provistos de palos y piedras llegaron al paso fronterizo del Barrio Chino de Melilla sin apenas resistencia de la policía marroquí que atacaron al grupo por detrás, no dejándoles ninguna vía de salida más que la frontera española. El escaso número de agentes de la Guardia Civil fueron sobrepasados por la situación. Decenas de personas accedieron a la valla fronteriza que separa Marruecos y España, cediendo una de las vallas sobre el suelo. Los agentes a un lado lanzaron gases lacrimógenos y botes de humo para tratar de repeler el salto. Al menos 23 inmigrantes murieron aplastados, cientos de ellos acabaron heridos y la mayoría fueron expulsados a Marruecos sin las mínimas exigencias legales. Según, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, con una falta de sensibilidad por su parte, afirmó que:«no hubo ningún muerto en territorio español», es lo único que importa al ministro, aparte del ataque de los inmigrantes a la frontera española. Lo que demuestra su incapacidad y falta de sensibilidad.
Millones de personas están en movimiento permanente, los gobiernos no son capaces de garantizar que la migración se produce de una manera justa y respetando los derechos humanos. Los gobiernos tienen con la migración grandes desafíos, de adaptación y acomodo de las nuevas identidades, medidas legislativas y de un marco reglamentario para no discriminarlos y que tengan sus derechos. Para esto hace falta sensibilidad y la respuesta del Gobierno español adecuada ante esta grave crisis de derechos humanos.