Eufemismos y política.

El eufemismo es retorcer las palabras para suavizar la realidad, ha sido en la política donde ha tenido más éxito, formando parte del discurso político. El eufemismo tiene por objeto manipular a la sociedad, ser políticamente correctos y evitar llamar a cada cosa por su nombre real. Parece que a los políticos cuando es hora de enfrentarse a una realidad, política o económica, escogen términos que suavizan el impacto de lo que dicen, porque no nos consideran lo suficientemente inteligentes para comprender lo que nos explican.

Pero, sólo cuando damos el nombre verdadero a las cosas podremos enfrentarnos al problema y buscar soluciones. Porque con el tiempo se desvanecen los efectos perseguidos por los eufemismos, se intenta jugar y engañar con los sentimientos de la gente para dejar de ser objetivos y enmascarar la verdad, al cambiar el nombre de las cosas, no se cambia la realidad.

No por decir “reforma fiscal” desaparece la subida de impuestos; que la subida del IVA se explicó como establecer algún «gravamen adicional»; que a la recesión se le llamó «tasa de crecimiento negativo»; que la amnistía fiscal eran «medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas»; que la salida de jóvenes españoles del país por falta de oportunidades laborales la llamen «movilidad exterior»;  que a los desahucios se les denominen «procedimientos de ejecución hipotecaria»; que a los bancos malos se les apode como «vehículos de liquidación a largo plazo»;  que al rescate bancario le pongan los sobrenombres de «préstamo favorable»  o «línea de crédito»; que a la reforma laboral se le anunciara como una medida para «flexibilizar el mercado laboral»; que el repago farmacéutico se publicitó como «copago»; que los recortes en Educación y Sanidad, no eran «recortes» sino «reformas estructurales necesarias» para atajar el déficit público…

Debemos exigir a nuestros políticos, a nuestros dirigentes que sean honestos y que tengan un solo mensaje, una misma palabra para explicar un problema, que la palabra no se convierta en un tabú y que estén dispuestos a decirnos la verdad, a tratarnos como ciudadanos mayores de edad. La transparencia y la honestidad en la política y de quien la práctica debe ser cristalina, y no se puede enturbiar la exposición de la realidad con estrategias oportunistas y eufemismos que solo pretenden disfrazar la realidad y engañar a la ciudadanía. ¡ Harto de promesas incumplidas, de mentiras y de eufemismos!

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