La especulación se basa, en la previsión y en la anticipación de comprar o vender un bien, con la expectativa de obtener un beneficio. Si el especulador acierta en sus expectativas, logrará un beneficio, si se equivoca sufrirá una pérdida. Una economía de mercado, se caracteriza por la libertad de elección y competencia, basada en un sistema de precios entre productores, distribuidores y consumidores. Hay un principio básico de la economía: la ley de la oferta y la demanda. Cuando la demanda aumenta los precios suben, y si la demanda disminuye, los precios bajarán. La especulación o aumento generalizado de los precios, puede alimentar fluctuaciones más allá de lo que pudiera estar justificado. Está pasando con el precio de la electricidad, de los combustibles líquidos, de los hidrocarburos licuados, del gas natural, de los aceites comestibles y de los alimentos en general. Todo sube.
Una economía de mercado garantiza ante todo la libertad del consumidor y la libertad de elección se convierte en la base de la competencia. El mercado realiza una función autorreguladora, que en teoría son el resultado de la interacción de la oferta y la demanda. Pero, ¿qué pasa cuando en todos los sitios está igual de caro, un bien o servicio? La libertad económica para el consumidor de comprar cualquier producto se convierte en una falacia. Estamos en el dilema entre economía de mercado y la economía comunista, mientras en el capitalismo existe la competencia y la riqueza se distribuye de manera desigual, generando una mayor brecha económica entre los llamados ricos y los pobres. Mientras la economía comunista elimina el derecho a la propiedad privada, a la competencia y ha supuesto normalmente, una disminución en el crecimiento económico tanto a nivel social, como a nivel individual de los ciudadanos, aparte de inconformidad social a sus ciudadanos.
El coste de la vida se ha disparado este mes de febrero, según el informe de este viernes del Instituto Nacional de Estadística (INE), situando la inflación en el 7,6 %. Tenemos que remontarnos a diciembre de 1986, cuando el Índice de precios de consumo (IPC) llegó hasta el 8,3%. Lo cual significa que cuando los precios aumentan por encima del nivel de los salarios, el poder adquisitivo de los que menos tienen, va disminuyendo. Y, todos somos más pobres y tenemos menos dinero para comprar, invertir o ahorrar. Quizás tanto el mercado como el Estado son dos instituciones imperfectas para los intereses de la ciudadanía. La intervención económica del Estado siempre es discutida, y muchos son los que piensan que la intervención sobre la economía tenga unos resultados positivos para el interés público o general. Los precios del gas, que determinan el coste de la electricidad, a niveles nunca vistos en toda la historia, el precio del petróleo a máximos sin precedentes desde 2008. El aumento generalizado de materias primas y el aumento de costes, acaba con el aumento generalizado de precios del consumo. ¿Si no interviene el Estado? ¿Nos queda alguna solución de supervivencia, en esta crisis permanente de especulación e inflación?