Cuando no se cumplen los objetivos marcados por culpa de nuestros propios errores, limitaciones, entorno o de lo que los demás esperan de ti, decimos que es un fracaso. Yo no estaba preparado para el racaso personal, para mí era la peor cosa que me podía ocurrir, me acompañó el éxito muchos años pero al final fracasé. He aceptado en mi vida profesional desafíos constantes, asumiendo riesgos, marcando objetivos y obteniendo resultados durante una trayectoria de más de 20 años en el sector de la Gran Distribución española.
Una vida exitosa de proyectos, de formación y gestión de equipos humanos, de resultados económicos, de satisfacción del ego, de cambios de empresas, de movilidad geográfica constante, en el que por supuesto también tuve equivocaciones, errores y caídas. Pero, lo importante no era la caída, sino el poco tiempo que tardaba en levantarme y comenzar de nuevo. Siempre he sido una persona muy exigente, me he forzado siempre mucho a mí mismo y he exigido también siempre mucho a los demás. Hacer lo que uno entiende que debe hacer supone muchas veces un esfuerzo considerable, con todas sus consecuencias y poniendo los medios necesarios,
He tardado más de 10 años en aprender de mis errores y de entender lo que es el fracaso. ¿Pero, cuando llega el fracaso? Cuando nos rendimos, nos desmoralizamos, se pierde la confianza, se destruye nuestra autoestima, llega la frustración y decidimos convertirnos en fracasados. El fracaso profesional me ha servido para ser más humilde, aceptar que las cosas no siempre saldrán como tú quieres, controlar mi perfeccionismo, recordarme que tampoco debo ser tan malo, dejar de preocuparme por lo que piensan los demás y abandonar la negatividad. Todo esto no me ha servido para triunfar de nuevo, pero me ha servido para ser un poco más feliz y aceptar la realidad.
Ahora, no me preocupa el triunfo profesional, quizás porque no lo tengo. Ni me creo del todo, que el fracaso sea lo contrario del éxito, sino una parte esencial del proceso de aprendizaje. Cuando conoces el fracaso, lo peor que te pueda pasar es creerte un fracasado. Ahora, ya no me preocupa, solo busco la felicidad en las pequeñas cosas de la vida, en empezar de nuevo, en luchar por la libertad y mis ideas, en el placer de escribir… En el amor a mi mujer y a mis hijos, a los cuales les debo, no ser un fracasado en la vida. ¡Gracias!