El engaño con el agua ha comenzado con la tramitación de la proposición de ley presentada por PP y Vox, en el Parlamento andaluz, para legalizar los regadíos ilegales situados en el entorno de Doñana, pese a las amenazas de la UE de multar a España si se legalizan más riegos, la oposición del Gobierno central y el rechazo de la comunidad científica y de ecologistas. Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, supuestamente pretende dar solución a unas familias que han sacado durante años agua del entorno de Doñana para regar sus cultivos, ante la impasibilidad de los gobiernos socialistas de 1978 a 2019. Ahora, Moreno Bonilla de una manera electoralista quiere acabar con una ilegalidad en el entorno de Doñana, pero olvidando que el agua no existe y que puede significar la muerte de Doñana.
El engaño con el agua, es que el acuífero está sufriendo la peor crisis de biodiversidad de su historia, porque no llueve. Los intereses electoralistas y políticos de Moreno Bonilla, van en contra del criterio científico, del gobierno de España y de todos los organismos internacionales por un puñado de votos. No es solo defender a Doñana, es cambiar la concepción de la agricultura en nuestro país. La falta de lluvia y sequía no es nueva y lejos de desaparecer, persiste. Todos los cultivos que dependen del regadío están en una situación absolutamente complicada y que no se resuelve con un poco de lluvia. Hay que volver a los cultivos de secano y la vuelta a la ganadería extensiva. No se puede tener escasez de agua y pretender plantar productos rojos, como la fresa en Huelva o frutas tropicales como el aguacate, en Granada, sin tener agua de lluvia, ni buscar soluciones como desaladoras sostenibles, sin pensar su alto consumo de agua para su regadío.
No existen varitas mágicas, hay que pensar las cosas con perspectiva de futuro sobre el modelo de producción agrícola y ganadera, es necesaria una reconversión debido al cambio climático. El engaño con el agua comienza con el negacionismo de la derecha, después de tres años consecutivos de falta de lluvias y los termómetros no batiendo récords de temperaturas, siguen empeñados en provocar, desde cuestionar “si el CO2 es o no un gas contaminante” o dar agua que no existe. Pero, también de los políticos progresistas, que aún teniendo principios más próximos al ecologismo, se olvidan de que la agricultura industrial, los fertilizantes nitrogenados, la proliferación de la ganadería intensiva incrementa las emisiones de efecto invernadero. Donde se ha aceptado un sistema agroalimentario que ha transformado los alimentos en una mercancía globalizada. Pero no es sólo que los alimentos viajen, sino que se han acabado las temporadas de los productos y el terreno, solo preocupa productos más elaborados para las grandes cadenas de distribución. El agua no les interesa…