Los extranjeros siempre han relacionado a España con los toros, el flamenco, el sol, son los elementos que más identifican de forma espontánea con España, seguido por ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla y el turismo. Todos han perdido su preeminencia y aparecen el despilfarro y la crisis como elementos más característicos de España.
La España conocida por los extranjeros de charanga y pandereta, ahora comienza a ser conocida por su despilfarro. Por ser el país del mundo con más aeropuertos por habitante, además de los aeropuertos sin aviones, los palacios de congresos que han sido otro de los caprichos de nuestros políticos, el tranvía en las ciudades como medio de transporte de modernidad y sostenibilidad y fuerte tentación para concejales y alcaldes, los nuevos hospitales públicos que después tienen gestión privada, el despilfarro en las líneas férreas de alta velocidad o las autopistas sin tráfico…
Ni que decir que aparte del despifarro están los casos de corrupción política, corrupción sin culpables, el caso Nóos, el caso Gürtel, la operación Púnica, los papeles de Bárcenas, los ERE de Andalucía, el caso Malaya, las tarjetas de la Caja Madrid, el caso Palau, el caso Pujol… Una lista interminable de casos de corrupción que se gastaron millones de euros en regalos, viajes, restaurantes, trajes, vehículos de lujo, mansiones y evasión de capitales a paraísos fiscales.
Si al despilfarro le sumamos la corrupción, España se hubiera podido ahorrarse esta crisis y se hubiera evitado los recortes sociales que decidió el Gobierno de Rajoy en 2012 justificados por dicha crisis. La pregunta que nos tenemos que hacer como ciudadanos, es si estamos dispuestos a aceptar el despilfarro y la corrupción de nuestros políticos sin hacer nada, pagarlo nosotros y además soportar todos los recortes. Es triste que nos conozcan por todo esto.