Derecha o extrema derecha, en Francia.

Los franceses han votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, la lucha está entre la derecha y la ultraderecha, porque tanto socialistas como conservadores reconocen su derrota y piden el voto para el candidato socioliberal Emmanuel Macron, pero la ultraderechista Marine Le Pen, del Frente Nacional, se ha quedado demasiado cerca. Hay que esperar dos semanas hasta la segunda vuelta de las elecciones francesas, el domingo 7 de mayo, para saber si ganará la derecha o la ultraderecha fascista de Le Pen.

Por primera vez en la V República francesa, las dos grandes fuerzas políticas que han gobernado durante décadas, el centro-derecha y los socialistas, han quedado fuera de la segunda vuelta. Los franceses se han encontrado una sociedad en la que sus hijos van a vivir peor que ellos, unos trabajadores olvidados, unos jóvenes desencantados un paro en aumento y la desindustralización frente a la robotización … Los franceses han escogido dos opciones el liberalismo económico de Macron o el proteccionismo de Le Pen. Ni el radical de izquierdas Jean-Luc Mélenchon, como candidato de un movimiento de la “Francia Insumisa”, inspirado por la experiencia de Podemos y Bernie Sanders, ha sido capaz de convencer a esos franceses desencantados.

La candidata ultraderechista Marine Le Pen tiene la opción real de convertirse en la próxima presidenta del país, con su afán nacionalista lo que supondría un golpe para una Europa que tiene una crisis de identidad, que se enfrenta al peligro terrorista, a la llegada de miles de inmigrantes y que no sabe cómo unificar sus economías. En contra un Macron que ofrece una Francia dentro de Europa y una unión de todos los franceses, salvando a los más débiles a través del trabajo, la escuela y la sanidad.

Los franceses tienen en su voto escoger qué tipo de Francia quieren ser, después de lo sucedido en Estados Unidos con Donald Trump y con el Brexit en Gran Bretaña. Todas las fuerzas políticas han pedido a los franceses que voten por Macron, ante el peligro de Le Pen y el peligro del avance de la extrema derecha en Europa. Cambiar no es escoger a una fascista, no puede entenderse que los que fueron votantes de izquierdas o simplemente olvidados de un sistema, tengan como única opción el voto de Le Pen o el voto de Macron. Pero, de momento la izquierda sigue sin ofrecer nada que recupere la ilusión. Ni está, ni se le espera, por lo menos de momento.

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