Votar es un riesgo.

El voto es secreto como garantía del sistema electoral y porque creo que a nadie le interesa el partido al que vote. El hecho de votar es un riesgo. Está dentro de mi libertad el escoger una papeleta de un partido que sea más afín con mis ideas, aunque ninguno de ellos colme todas mis expectativas. Pero, eso no me deja de creer que: votar es la esencia de la democracia y por eso lo hago. 

Hoy es jornada de reflexión de las elecciones andaluzas, un día que quizás ha quedado un poco desfasado en la sociedad de las redes sociales, pero hoy no se puede pedir el voto directamente ni repartir propaganda. Como mi voto es secreto, no hablaré de partidos, pero si quiero hacer una reflexión de todos esos temas que tengo claro que nunca votaré. Eso no quiere decir que cada uno sea libre de pensar diferente y de escoger la opción que mejor le represente y corra el riesgo que cada uno desee.

La ideología izquierda-derecha es un factor determinante a la hora de escoger el voto, aunque también nos fijamos en intuiciones, en la telegenia de los candidatos, en su experiencia, en su programa electoral, en su equipo o simplemente en sus promesas. Votar es un riesgo, porque no tenemos la certeza de que sea lo mejor, simplemente lo creemos. Normalmente, el votante o la votante votan de acuerdo con su ideología izquierda-derecha y lo hacen en base a una manifestación de su propia ideología. 

Con mi voto no puedo refrendar que se suprima el Estado de las autonomías, que se pretenda derogar la Ley de Memoria Histórica, que no se reconozca el franquismo como una dictadura, que se deporte a los inmigrantes, que se derogue la Ley de Violencia de Género, que se levante un muro entre Ceuta y Melilla, que se suprima de la sanidad pública las intervenciones como el cambio de sexo o el aborto, que se suspenda el espacio Schengen, que se abogue por una sanidad y educación centralizada, que pretendan cerrar Canal Sur, que se amplíe el concepto de legítima defensa, que se proteja la tauromaquia y la caza… Que perdamos como sociedad todo lo que hemos conseguido hasta ahora y tanto nos ha costado.

Quien esté a favor de todo esto que lo vote, pero desde 1980, los datos electorales en España, han demostrado que los partidos que defienden estas propuestas siempre han sido minoritarios. Lo que no significa que ahora pueda cambiar. Todo depende de dos factores de la participación y del voto de cada uno de nosotros. Mi voto lo tengo claro… ¿Y, tú?

Esta entrada tiene un comentario

  1. Andrés Marco Lou

    Los andaluces el 28 de febrero de 1980, junto a la conquista de la democracia, perdieron los complejos y se consiguió que no hubiera autonomías de primera y de segunda. Andalucía demostró su identidad histórica y cultural, gracias al apoyo de todos los andaluces y andaluzas, se alcanzaron unas justas reivindicaciones autonomistas para no ser menos, para ser como los que más.

    Los andaluces y andaluzas apostaron por envolverse en la bandera verde, blanca y verde, sin olvidar a España. Saliendo del subdesarrollo de la España del Sur y mejorando en todos los niveles, económicos, sociales y culturales. Todo esto ha influido en aumentar la autoestima y la posibilidad de gestionar los problemas y las oportunidades desde Andalucía.

    Hay muchas cosas aún por resolver: el desempleo, la falta de tejido empresarial, la enseñanza, la sanidad, la pobreza, las redes clientelares, la corrupción… Pero, el estado de las autonomías ha sido uno de los grandes triunfos del sistema democrático en nuestro país.

    Se puede hablar de alternancia política, de demasiados años en el poder, de aburrimiento y de falta de caras e ideas nuevas. Ahora, es el momento de escoger la papeleta adecuada, del partido que no anteponga sus intereses a los de Andalucía, para que se alcance la convergencia económica con otras autonomías de España y países europeos. Si se consiguió una autonomía para no ser menos y para ser como los que más, está en nuestra elección de papeleta que sigamos adelante o volvamos hacía atrás…

Deja una respuesta