De madurez repentina a obligación voluntaria.

El estado de alarma para hacer frente a la pandemia del coronavirus, fue una decisión que supuso un ejercicio de madurez repentina de los españoles, en las cuales nos vimos inmersos no por deseo sino por obligación. La decisión de aplicar el estado de alarma, como prevé el artículo 116 de la Constitución, era para frenar una emergencia que amenazaba la salud de todos. Se habló de madurez ciudadana, de responsabilidad de los españoles y españolas, se alabó sus cooperación para intentar frenar la pandemia. Pero, no fue una obligación voluntaria, sino que el Consejo de Ministros se reuniera de forma extraordinaria para decretar un estado de alarma, solicitando su autorización al Congreso de Diputados, con medidas de severa restricción al movimiento de personas y la actividad económica. Fue obligado y aún así costó 98 días bajar las cifras inquietantes de contagios y fallecidos. En total fueron cuatro fases (0, 1, 2…

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La ausencia de contacto físico.

El Gobierno anunció ayer martes, un plan de desescalada que será el fin progresivo del desconfinamiento, pero manteniendo la distancia social, la ausencia de contacto físico y el esmerar unas normas de limpieza. Un plan de desconfinamiento que se desarrollará a partir del 4 de mayo en cuatro fases (0, 1, 2 y 3), cada fase durará como mínimo dos semanas, que es el periodo medio de incubación del virus, y se avanzará a la siguiente de forma asimétrica en cada territorio según se cumplan unos determinados marcadores, hasta alcanzar una nueva normalidad a finales de junio. Si el confinamiento ha sido el responsable de reducir las cifras de fallecimientos y de contagios, ahora la ausencia de contacto físico y la limpieza serán las dos constantes para mantener el virus a distancia. Porque nos hemos de acostumbrar a una certeza: el coronavirus se convertirá en un virus circulante más, del que no…

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La normalidad se cambiará por otra diferente.

Parece que cada día hay más gente de acuerdo, en que la normalidad de nuestra sociedad: nuestros hábitos, nuestras costumbres, nuestra forma de relacionarnos... deberá cambiar por otra diferente. Pero, esta vez el culpable de dicho cambio será un virus. Nadie habla de cambiar la normalidad de la sociedad como ideología, seguimos manteniendo y aceptando una normalidad neoliberal. El concepto "normal" nos sirve para distinguir lo que es correcto y lo incorrecto, lo que está bien o está mal, lo que es moral e inmoral; incluso la normalidad sirve para discriminar a personas y grupos humanos que no se ajustan a lo que hace o piensa la mayoría.  Lo normal, las normas son casi siempre impuestas, transmitidas a los demás a través del poder, de la cultura, de la información y también de los intereses económicos, dichas normas tienen una parte de aceptación por parte de la sociedad, nos acostumbramos a que…

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