Comienza agosto, es la hora de que nuestros líderes políticos demuestren su capacidad de tomar las decisiones más apropiadas para acordar un pacto de investidura este mismo mes. Eso o de nuevo elecciones. El pragmatismo es lo contrario al dogmatismo. El pragmático se adapta a la realidad y al ritmo de las cosas, mientras que el dogmático no quiere cambiar y está convencido de que su verdad es absoluta. Ser pragmático no es traicionar las ideas de uno, es adaptarlas a las ideas de los demás.
Mariano Rajoy necesita los votos afirmativos de Ciudadanos. Albert Rivera se comprometió durante la campaña electoral a no facilitar la continuidad del presidente en funciones. Tras el 26-J, Ciudadanos cambió y anunció su abstención técnica en la segunda votación de investidura, con el argumento de que no pedía nada a cambio. El PSOE no se mueve y sigue diciendo que votará no. El PSOE no se abstendrá si el PP cuenta con sus 137 escaños. Pero, si Ciudadanos vota a favor serían 169, con el voto de Coalición Canaria 170 votos a favor, solo a 6 votos de la mayoría absoluta. Entonces, Estos números sí obligarían al PSOE a dar su abstención o no.
Los socialistas son los primeros interesados en no repetir las elecciones y, tras el desafío independentista del Gobierno catalán, no es posible ningún tipo de acuerdo con ERC ni con el Partit Demòcrata Català (PDC), la antigua Convergència. La alternativa de un llamado Gobierno de izquierdas es complicada, por no decir imposible.Se podría intentar forjar un acuerdo con Ciudadanos para, después, acercarse a Podemos, sin los soberanistas catalanes. De momento la presión la tiene Pedro Sánchez, para que permita la investidura de Rajoy responsabilizándole de una posible repetición de elecciones o de intentar una nueva investidura.
Nadie quiere unas terceras elecciones, nadie quiere de momento a Rajoy y un gobierno de izquierdas según los agoreros nos llevará al desastre del país, aunque solo sea una simple suposición. El pragmatismo político en estos momentos es conseguir los apoyos suficientes, para tener un presidente que no esté en funciones y que pueda formar gobierno, no amenazar con terceras elecciones.
El tiempo corre, si no hay investidura en agosto, no habrá más remedio que prorrogar los presupuestos y eso tiene consecuencias: no se podrán actualizar las pensiones o no se podrá aumentar la retribución de los empleados públicos; hay que aprobar el techo de gasto; empezar a tramitar los nuevos Presupuestos para el año que viene antes de acabar septiembre y presentar un nuevo Plan de Estabilidad en Bruselas antes del 15 de octubre. Muchas cosas tendrán que esperar, los españoles votamos y seguimos esperando por falta de pragmatismo político…