Patrioterismo.

Hoy Fiesta Nacional de España, una de esas fechas de desavenencias entre españoles. Día de orgullo nacional por la patria y la bandera; día que se conmemora la llegada de Cristóbal Colón a América; día de patrioterismo y que no hay nada que celebrar para otros muchos. Amar a la patria no significa que todo el mundo piense igual; ni ver traidores y enemigos alrededor; ni creer que tu patria sea perfecta; ni tener intenciones políticas partidistas.

No creo que se sea más patriota por alardear de patriotismo, ni por apropiarse de la bandera española como hacen el PP, Ciudadanos y Vox,  creando un falso exhibicionismo, lleno de demagogia, buscando las emociones de la gente, para con su fanatismo, excluir a otros y convertirlos en antipatriotas. Algunos, de los que tanto nos hablan de patriotismo, se prestan a la corrupción y al nepotismo y no están dispuestos a asumir sus propias responsabilidades; mientras otros estamos en desacuerdo con ese falso patriotismo, porque nadie puede tener su exclusiva.

Por eso, yo no creo en ese patrioterismo. Ni creo que haya que celebrar el «descubrimiento» de América en la Fiesta Nacional, porque esas tierras, esas personas, esas culturas, esas religiones ya existían antes de la llegada de los españoles; sin olvidar que el «descubrimiento» desencadenó un genocidio de indígenas americanos. Yo no pongo la bandera española, ni ninguna otra, en mi balcón. No siento nada especial cuando oigo el himno nacional, ni siento ningún orgullo especial cuando pasa un desfile militar, al contrario pienso en el gasto innecesario que supone el armamento. Creo que todo esto, no me convierte en menos español, ni en peor ciudadano. Son los salvadores de la patria, esos que juegan con los sentimientos y las pasiones, en contra de los nacionalismos, los partidos marxistas y populistas. En contra del europeísmo, de los migrantes, de la libertad sexual y nos proponen arreglar España con recetas antiguas, porque creen que es el momento de dar un cambio de situación, que hay que ser menos permisivos y que pueden estropearla más de lo que está. 

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  1. Andrés Marco Lou

    Nos enseñaron en el colegio, una historia que nos hicieron creer como única: la del descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. Alguien que intentaba demostrar que la tierra era redonda, que impulsó una ruta alternativa camino a las Indias y que «descubrió», por equivocación América. Un accidente histórico que supuso una conquista territorial y moral de sus pobladores, conviertiéndose en una misión civilizadora y cristiana. Que no dejo de ser más, que una narrativa, que ocultó un genocidio y unos fines lucrativos con el pretexto de una evangelización. Es una historia escrita por los triunfadores, olvidando a sus primeros pobladores, a sus culturas, religiones y costumbres.

    Una Historia invisibilizada que nos demuestra una Madre Patria opresora, con un racismo colonizador, con un dominio sobre millones de personas y con una idea de superioridad. En la cual nos enseñaron a sentir orgullosos de un Descubrimiento, aprendimos sus países, las fechas y los nombres de unos colonizadores, que representaban los valores patrios de España y de la religión cristiana. Se llenaron plazas y avenidas, tanto en España como en América, con placas de sus nombres y estatuas de colonizadores para su gloria.

    Estoy en contra, de las celebraciones de cualquier relato colonial y racista, en contra de cualquier signo de superioridad nacional contra los indígenas de América, África y Asia. Personajes como Cristobal Colón, Hernán Cortés, Francisco Pizarro,… Son parte de nuestra historia, pero al igual, que muchos hemos coincidido en quitar de nuestra geografía urbana las estatuas de Francisco Franco como dictador, nos deberíamos plantear llevar las estatuas de los colonizadores a los museos.

    Estatuas como la de Hernán Cortes en Cáceres, la de Francisco Pizarro en Badajoz, la de Colón en Madrid o las de muchos descubridores repartidos por otras poblaciones españolas, nos tienen que hacer sentir algo diferente a orgullo y más parecido a vergüenza. Incluso la figura de Cristóbal Colón en Barcelona, inaugurada el 1 de junio de 1888 con motivo de la Exposición Universal de Barcelona y con sus 57 metros de altura, sería una buena propuesta para olvidar ejemplos de supremacismo. ¿Alguien se imagina la fotografía de Barcelona, sin la estatua de Cristóbal Colón?

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