Ayer en Valencia se celebró una multitudinaria manifestación a favor de la tradición de los toros. El toro forma parte de la cultura y costumbres que se respira en prácticamente todos los pueblos de España: las corridas de toros, los toros con bolas de fuego en las astas, los recorridos callejeros, el toro de la Vega o novilladas. Muchos son los que lo consideran una tradición histórica y cultural que debe respetarse y otros como los movimientos animalistas consideran inaceptable el maltrato animal desde cualquiera de sus supuestos, incluso el uso de los animales en los circos, y relacionan las fiestas con toros como un espectáculo bárbaro y anacrónico, impropio de una España civilizada.
Los festejos taurinos trascienden las fronteras españolas,en México, Colombia, Venezuela, Perú e incluso en el sur de Francia donde hay una tradición arraigada. Los espectáculos callejeros con toros, son verdaderas tradiciones que muchas Administraciones se resisten a prohibirlos por el desgaste electoral que implicaría. Aunque, a partir de las elecciones de mayo, formaciones como Ahora Madrid, Barcelona en Comú, Compromís en Valencia no ven con buenos ojos este tipo de celebraciones y tampoco las subvenciones de las que han estado disfrutando hasta ahora. Además, de ejemplos como el cierre de la Plaza de Toros Monumental de Barcelona en 2010, declarándose, de esta manera, ciudad antitaurina. En las Islas Canarias son antitaurinos desde 1991 y ahora recientemente Palma de Mallorca se ha declarado antitaurina y ciudad amiga de los animales. El PP anunció que llevaría la fiesta a las Cortes para declararla de interés general y así blindarla. Los toros se convierten en un tema político.
Me resisto a llamar Fiesta Nacional, a una corrida de toros, ni que ir en contra de los toros es ir en contra de España. Es absurdo identificar a España con una sola tradición, muchos de los españoles estamos en contra del maltrato de los toros. No puede ser cultura, ni arte, una fiesta en la que un toro muere en medio de un espectáculo, donde los asistentes aplauden el asesinato de un animal. Los taurinos dicen que no se puede prohibir algo que es una tradición. pero, si nos basáramos en respetar tradiciones, ¿se debería permitir, por ejemplo, el circo romano, la ablación femenina en muchos países o cualquier representación «cultural” que viole los derechos humanos?
No me gusta la palabra prohibir, estoy convencido de que la tauromaquia genera miles de empleos y de ingresos económicos. Considero que la tolerancia y las libertades, tanto la propia como las ajenas, siempre desde el respeto y dentro de unas normas de convivencia, es fundamental para entendernos los taurinos y los que consideramos que en todos los países con los que nos queremos comparar, está penado el maltrato a los animales, en el nuestro también pero con una excepción, las corridas de toros. Se pueden buscar alternativas a que siga una tradición, pero sin maltrato animal.
La muerte del torero segoviano Víctor Barrio fallecido este sábado en la Feria del Ángel, en Teruel, tras una brutal cogida en el pecho. Ha desatado desagradables comentarios, ataques e injurias al malogrado torero y a su familia. Mi postura es a favor de la dignidad de los animales, tener conciencia de que los animales sienten y padecen, y estar a favor de que se cuide de ellos lo mejor posible. Respetar a los animalistas, que defienden a los animales porque, según dicen, ellos no pueden defenderse. Pero, otra cosa diferente son los extremismos y los comentarios vejatorios sobre la muerte de una persona en las redes sociales, que exceden al derecho de expresión.