El artículo 3 de la Constitución Española declara que el castellano es la lengua española oficial del Estado y establece que las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Seis Estatutos de Autonomía el de Cataluña, País Vasco, Galicia, Baleares, Comunidad Valenciana y Navarra, han declarado la oficialidad de las respectivas lenguas propias en los territorios de las Comunidades Autónomas y en torno a 12 millones de españoles hablamos catalán, gallego o euskera. A esto, se suma el aranés, propia del Vall d’Aran, que en 2010 se convirtió en lengua cooficial en Catalunya, además de muchas otras lenguas y dialectos que se hablan en España, aunque no tengan carácter oficial. En la actualidad, el castellano o español es el idioma oficial de una veintena de países del mundo y una de las cuatro lenguas más habladas del mundo, después del inglés, el chino mandarín y el hindi. La lengua es algo que hacemos, que nos hace, algo que somos. Algo que nos hace individuos y como grupo, es decir, todo lo que nos construye como humanos y que no se puede negar a los que hablan catalán, gallego o euskera.
El plurilingüismo que tenemos en el Estado español, de todas las lenguas que se supone que son españolas, aunque parezca que solo exista el castellano o español y el resto no importan demasiado para algunos. Que en el Congreso de los Diputados la única lengua que se acepta es el castellano y que el intento de hablar en la lengua propia de su comunidad por parte de sus señorías estaba destinado a ser acallado de inmediato. El uso de las lenguas cooficiales no estaba regulado ni en la Constitución ni el reglamento del Congreso, pero sí en el del Senado. En la Cámara Alta se permite el uso de las lenguas cooficiales, sin embargo no en el Congreso de los Diputados. Una anomalía que se ha decidido subsanar. Una manera de llevar el bilingüismo con normalidad a todos los españoles. Algunos pensarán que una imposición de los partidos independentistas catalanes (Junts y ERC), pero es lógico, razonable y democrático.
Si en España, hay varias lenguas oficiales, según la Constitución, todos ellas españolas y, teóricamente, con los mismos derechos. No es lógico que un diputado o diputada no pueda hablar en su lengua habitual en el Congreso. Hemos de asumir que las lenguas cooficiales deben ser aceptadas, asumidas, fomentadas y que todos los españoles y españolas se sientan orgullosos de la riqueza cultural que tenemos en España. Los que proclaman su españolidad, parece que no pueden soportar esta España plural e intentan cambiarla por la fuerza a una España uniforme y castellana. No es cierto que una lengua común sea para entenderse mejor, aunque el castellano sea la lengua oficial del Estado y todos españoles tengamos el deber de conocerla y el derecho a usarla, se puede uno expresar en catalán, gallego o euskera y llegar a entenderse. Y, también en ser considerados como idiomas oficiales de la UE.