«Usted no es una persona decente». Esa frase del secretario general del PSOE Pedro Sánchez a Mariano Rajoy sobre decencia, en el debate de anoche del cara a cara electoral celebrado en la Academia de la Televisión, además del constante «y tú más», es entrar en la descalificación personal y el arrojar basura al contrario, cuando lo que estamos esperando los ciudadanos son soluciones a los problemas del país.
Hablar de la decencia de Rajoy es calentar un debate, es insultarle y atribuirle una cosa que hay que demostrarlo con pruebas. El presidente del Gobierno devolvió el insulto atribuyendo a Pedro Sánchez la condición de “ruin”, “mezquino”, “deleznable” y “miserable”. Todo debate tiene unas reglas de compromiso, el moderador del debate Manuel Campo Vidal no supo ejercer sus funciones y se le escapó el debate de las manos. Comenzaron los minutos de oro en audiencia, basados en el poco nivel y clase de dos políticos, que daban vergüenza ajena escucharlos. Los dos perdieron el debate.
No es cuestión de que Rajoy se sienta agredido, ni ofendido por su decencia, es tan sencillo como no hacer de la política un arte de la descalificación como él mismo ha empleado reiteradas ocasiones en el Congreso de Diputados llamando al anterior presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero: «indigno», «perdedor complacido», «bobo solemne», «cobarde sin límites», «hooligan británico» o de acusarle de traicionar a las víctimas de ETA. En un debate en la televisión o en el Congreso de Diputados hay que poner muchas veces pasión pero no solo para descalificar.
Un político debe conservar por encima de todo su decencia, es decir, su honradez y rectitud que impide cometer actos delictivos, ilícitos o moralmente reprobables. Mariano Rajoy ha incumplido sistemáticamente todos y cada unos de los puntos de su Programa Electoral. Ha aplicando el rodillo de su mayoría absoluta y gobernando a golpe de Decreto Ley. Ha desoído el clamor social. Prometió en campaña que no se tocarían los 3 pilares básicos del Estado del Bienestar: la sanidad, la enseñanza y las pensiones. Prometió hacer de la creación de empleo su principal objetivo y crear 3.000.000 de puestos de trabajo. Prometió acabar con la corrupción y presentó al PP como el Partido que no avalaba a los corruptos y contestó los mensajes de texto a Bárcenas, diciendo: «Luis. Lo entiendo. Sé fuerte. Mañana te llamaré. Un abrazo». Rajoy pensó más en la banca que en los ciudadanos. Supongo que no son motivos suficientes para creer que Mariano Rajoy no es una persona decente, quizás ha tenido motivos suficientes para dimitir pero ahora son los ciudadadanos con su voto, lo únicos que pueden dar su opinión. Porque votar es escoger la mejor opción para cada uno, no hace falta descalificar solo votar.