El racismo institucional.

Si es grave el racismo social, con todos los valores relacionados con nuestra cultura y socialización. Más aún, lo es el racismo institucional, cuando escuchamos un discurso racista en la Asamblea de Madrid, donde se debería defender los derechos de todos. No se puede utilizar un parlamento regional para hacer un discurso o idea relativa al racismo, legitimando el rechazo a las personas migrantes y/o racializadas. No se puede permitir, que las personas que representan a los ciudadanos en las instituciones tengan comportamientos racistas. No podemos reducir el racismo a prejuicios y a conductas individuales, cuando se convierte en un tema de confrontación de dimensión política.

Hoy la extrema derecha, en la investidura de Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid, ha esbozado uno de sus argumentos favoritos: el racismo. La diputada de Vox Rocío Monasterio, se ha dirigido en su intervención a Serigne Mbaye, diputado de Podemos, y ha manifestado que su problema con él “no es que sea blanco o negro”, “sino que es una persona que entró a nuestro país de forma ilegal, saltándose la cola de entrada a muchos inmigrantes legales que estaban esperando”. “Además de entrar de forma ilegal se lucró durante años vendiendo de forma ilegal a las puertas de los comercios y esas pymes a las que ustedes suben los impuestos y la factura de la luz” El apoyo de la extrema derecha, cuarta fuerza de la Cámara, es vital para dicha investidura y también para los dos años de legislatura.

El racismo es algo que nos debería avergonzar a todos, algo que está en nuestra sociedad, que se intenta invisibilizar y silenciar, Que está en nuestro sistema económico, en muchas expresiones culturales. Pero, también como racismo institucional, en un retroceso en materia de derechos humanos, endurecimiento de la política de expulsiones y repatriaciones. Provocando irregularidad, exclusión social y explotación laboral, mirando hacia otro lado. Deberían ser las instituciones las que deberían impulsar políticas que garanticen la igualdad de derechos y oportunidades. Donde no hay, una vía de solución o de regularización para las personas inmigrantes en situación irregular. Mientras la extrema derecha, al contrario, utilizan las instituciones para tener impunidad en sus comentarios y acciones racistas.

Estamos banalizando o negando la existencia por parte de determinados discursos políticos y medios de comunicación de un racismo recalcitrante y muy peligroso. Tenemos miles de personas que conviven en nuestra sociedad, que llegan de manera irregular, que no tienen la igualdad de derechos que las personas nacionales. La irregularidad es una condición que sufren las personas inmigrantes. Ellos son un colectivo vulnerable, que el racismo institucional los ha abandonado en un limbo jurídico, solamente por el hecho de estar en situación irregular o no tener una autorización de residencia permanente. Si a todo esto, la extrema derecha, nos quiere convencer que son los que nos roban, nos violan y nos quitan el trabajo. Tenemos un grave problema, que además aporta votos.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Andrés Marco Lou

    No le basta a la extrema derecha con ser racista, tiene que ser homófoba y negar la violencia machista. La Asamblea de Madrid, con el apoyo de PSOE y PP habían llegado a un acuerdo para guardar un minuto de silencio al comienzo de la Asamblea, por el asesinato machista en Pozuelo de Alarcón, en el que un hombre mató a su mujer de un tiro. Pero el presidente de la Mesa de Edad, Mariano Calabuig , de Vox, se opuso. Como tantas veces que este partido político se ha negado a guardar un minuto de silencio en muestra del rechazo a la violencia machista.

    Al racismo institucional añadimos esa falta de respeto hacia las mujeres y a la violencia machista que sufren. Siguen con ese mantra ridículo de la violencia intrafamiliar, sin discriminación alguna por razón de sexo o edad. Negando esta lacra bajo la condena a «todo tipo de violencia». La ultraderecha consigue a base de difundir noticias falsas y de forzar debates absurdos, romper el consenso político en torno a la condena de la violencia machista y la defensa de los derechos de las mujeres. Lo dicho racistas, homófobos y negacionistas de la violencia machista. Y, aún les siguen votando…

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