La clase política reacciona ante un atentado terrorista priorizando la seguridad por encima de la libertad. En el dilema entre libertad y seguridad, no es lícito potenciar la seguridad ciudadana aún a costa de recortar algunas libertades individuales. Los ciudadanos están muy condicionados por la actualidad, pero el temor de los ciudadanos a nuevos ataques terroristas desaparecen con el paso del tiempo y el deseo por la libertad se recupera, se necesita.
París ha sido este domingo el escenario de una histórica marcha con un millón y medio de personas en repulsa a los atentados contra Charlie Hebdo y el secuestro del supermercado Kosher en París y en defensa de la libertad de expresión. Junto a ellos caminaron muchos líderes mundiales: los principales gobernantes de la Unión Europea, ocho jefes de estado de África, altos representantes de los Estados Unidos, el canciller ruso y el primer ministro de Israel,lo que convirtió a París en la capital mundial del antiterrorismo.
Además,se celebró una cumbre de urgencia con los responsables de interior europeos más afectados por el terrorismo, además del de EE.UU
abogando por el establecimiento de controles fronterizos, aunque esto rompa frontalmente con el convenio de Schengen. Una gran conquista de libertad de los europeos que no podemos retroceder,porque cerrando las fronteras no se acaba con el terrorismo. No debemos apoderarnos del miedo, ni dar la razón a los partidos populistas de utraderecha, ni renunciar a nuestra libertad.
Las guerras de Afganistán e Irak, los atentados del 11-S en Nueva York, del 11-M en Madrid, el atentado en el metro de Londres del 2.005…, significaron un retroceso en las libertades individuales por parte de los Estados en pos de una supuesta lucha contra la amenaza terrorista. La cuestión es hasta qué punto se pueden y deben limitarse la libertad de movimiento y de expresión, para impedir que se produzcan unos delitos.
Se han implantado medidas de seguridad para prevenir el terrorismo: chequeos y limitaciones de equipaje en los aeropuertos,instalación de cámaras en los sitios públicos, rastreos por la red y escuchas telefónicas,centros de detención clandestinos, todo ha valido para combatir al terrorismo yihadista. Pero,nada de eso nos protege totalmente del terrorismo, porque los delitos los cometen las personas, no las religiones, ni las razas,ni los países.Sería nuestra mayor derrota aceptar que los gobiernos adopten estados policiales supuestamente por nuestra seguridad, mermando nuestras libertades, porque nunca unos pocos podrán conseguir que tengamos miedo y que perdamos lo que ellos no tienen: la libertad.