A la derecha nunca le ha gustado abrir el debate de la lucha de clases, entre ricos y pobres. Les gusta convencernos de que no hay diferencia alguna entre clases económicas, entre un mileurista y los opulentos millonarios. El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy ha participado junto a otro expresidente, Felipe González, en el Foro La Toja, que se celebra estos días en O Grove (Pontevedra) y comentó: “Hay un tema que a mí me preocupa mucho que es resucitar de nuevo el viejo debate ricos-pobres. Eso es muy peligroso. Eso es populismo.» Según Rajoy, “hay que andar con mucho cuidado con este tema”. “Los gobiernos no pueden jugar a dividir a la gente, a distinguir entre unos y otros.» Rajoy ha asegurado que las medidas fiscales a las grandes fortunas del Gobierno “es una demagogia que no conduce absolutamente a ningún sitio, que no sirve para recaudar absolutamente nada y que nos va a poner en una situación de tensión”.
Hay una anécdota de lucha de clases, después de la Revolución de los Claveles portuguesa, entre el general Otelo Saraiva de Carvalho, de Portugal, y el primer ministro de Suecia, Olof Palme. Según cuentan, Saraiva de Carvalho le dijo a Palme: “Nuestra revolución va a acabar con todos los ricos” a lo que Palme le contestó: “Vaya, lo que nosotros queremos es acabar con los pobres”. Un juego de palabras o de conceptos de acabar con la pobreza, por medio de una política basada en la justicia distributiva y en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Al final, ni en Portugal se acabó con los ricos, ni en Suecia con los pobres.
La lucha de clases es un concepto de Karl Marx, que en el primer capítulo de El Manifiesto comunista, afirma que todo cambio histórico es siempre resultado de una lucha continua entre clases sociales opresoras (altas) y oprimidas (bajas) y que las raíces de tal conflicto son de naturaleza económica. Con el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, pretenden explicar los valores del comunismo, en él se afirma que la sociedad se había simplificado en dos clases en lucha abierta: la burguesía (la clase detentora del capital) y el proletariado (la clase trabajadora). Donde el proletariado debe destruir a la burguesía y a los ricos. Y, que pasa por la transformación de todos los medios de producción en propiedad colectiva, de manera que cada miembro de la sociedad pudiera trabajar según sus capacidades y consumir según sus necesidades. Esta sería la única forma de impedir que los ricos viviesen a expensas de los pobres.
Muy diferente al concepto de Marx, es el que defendía Oloff Palme, que representaba el respeto a la propiedad privada para alcanzar unos objetivos que satisfagan a la sociedad en su conjunto, no a un colectivo ya sean los pobres o los ricos. No es necesario promover una narrativa de ricos malos y pobres buenos, el problema es la desigualdad cada vez mayor entre ricos y pobres. La mayor parte de la desigualdad se debe a circunstancias personales que escapan al control y responsabilidad de las personas, es un problema de la sociedad y que tiene que ver con no bajar impuestos, con hacer pagar más a las grandes fortunas, financieras y energéticas.