“Duelo a garrotazos” o “La riña” es una de las pinturas negras de Francisco de Goya que resume el cainismo en España, que como define la RAE es la: «Actitud de odio o fuerte animadversión contra allegados o afines».
Ya lo decía Antonio Machado, en su libro de poesía «Campos de Castilla» ( 1912):
Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—;
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.
El cainismo es la metáfora del odio, de la envidia, de la confrontación, de las mentiras en España, que no solo es un problema de entre la derecha y la izquierda españolas, ni siquiera de la confrontación en la Guerra Civil, los españoles somos un pueblo «cainita». Del que la izquierda tampoco está a salvo, ni nuestro Gobierno de coalición. Si fueron necesarias dos elecciones a lo largo de 2019, para tener el primer Gobierno de coalición desde que España recuperó el sistema democrático. Un acuerdo alcanzado entre el PSOE y Unidas Podemos que se puede ir por los aires, por la derogación de la reforma laboral y la retirada del acta de diputado a Alberto Rodríguez, por parte de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet.
La izquierda sabe lo que se juega, con las proyecciones basadas en los últimos sondeos apuntan una holgada victoria de la derecha, el Partido Popular y Vox alcanzarían conjuntamente la mayoría absoluta en unas próximas elecciones generales. La izquierda está haciendo lo que los sectores reaccionarios de la derecha quieren que hagan: pelearse y convocar elecciones generales. El cainismo y el exceso de egos en ciertos componentes del Gobierno, tanto del PSOE como de UP, pueden desmoronar un acuerdo que permitió un Gobierno de coalición. Se equivocan los miembros del Gobierno que ven al adversario como enemigo con el que no hay nada que compartir. La coalición entre el PSOE y Unidas Podemos puede ofrecer estabilidad, sobre todo si se cumplen las prioridades de la acción gubernamental acordadas por lo dos partidos y la ayuda económica de los Fondos Europeos de Recuperación. Y, eso le puede permitir ganar de nuevo las elecciones.
La izquierda es necesaria, pero unida. La izquierda no debe actuar al servicio de la supervivencia del sistema capitalista, sino a favor de la inmensa mayoría de la población. Buscando soluciones para acabar con el desempleo, para tener acceso a la vivienda, a la sanidad, a la educación. Para acabar con los trabajos precarios, con las rebajas salariales, donde el mercado esté intervenido mediante impuestos, regulación, protección… con el objetivo de reducir los niveles de desigualdad. Garantizando la prestación de servicios públicos de calidad, en definitiva el Estado social o Estado de bienestar. Una sociedad que tienda a la igualdad, la libertad y la inclusión. Que aliente la tolerancia, el respeto a los derechos de las minorías en condiciones de igualdad. En definitiva, que sea más justa para la mayoría.
Si el Gobierno de coalición se rompe, ganará el neoliberalismo del Partido Popular, reduciendo la intervención del Estado con una menor carga impositiva y una menor restricción legislativa sobre el mercado. En definitiva, la privatización de los servicios más importantes a quienes tengan dinero suficiente. El futuro de la izquierda está en la estabilidad de este Gobierno de coalición, ahora no depende de nuestro voto, sino de ellos.