El tiempo nos lleva de un pasado definitivo a un futuro que está en nuestras manos el poderlo supuestamente modificar; el pasado se queda en nuestra memoria y el futuro podemos intentar cambiarlo. El tiempo pasa. Cada fin de año miramos atrás al pasado y nos plantemos cambiar las cosas para el nuevo año. Hemos pasado un 2.015: de desigualdad, de corrupción, de fraude, de paro, de precariedad, de pobreza, de la pérdida del Estado de bienestar, de desahucios, de violencia de género, de independentismo, de refugiados que nadie quiere, de terrorismo internacional y de unas elecciones generales en España el 20 de diciembre para acabar el año con aún más dudas para el siguiente año.
No creo demasiado en esto de los fin de año, ni en los deseos hacía el nuevo año. Creo que las diferencias entre el 31 de diciembre y el 1 de enero, serán particulares para cada uno y según sus circunstancias de salud, familiares, sociales, económicas… Se puede poner ilusión, desear lo mejor para los demás y también para uno. Pero, el año del calendario no cambia nada, quizás solo que nos hacemos un año mayores. El tiempo pasa. Es el momento para detenernos a reflexionar acerca de los resultados obtenidos este año, preguntarnos si hemos cumplido nuestras metas, si todo lo que nos propusimos el año pasado se ha conseguido este año o simplemente no se ha conseguido nada.
Solo nos queda iniciar el año de nuevo con nuevos propósitos: erradicar el hambre y la pobreza, la inestabilidad política, los conflictos armados, la desigualdad entre sexos, la propagación de enfermedades, la destrucción del medioambiente… Todos tenemos unas necesidades personales o sociales, unos deseos a cumplir para este nuevo año 2.016, que es el futuro y nuestra intención es cambiar las cosas. Pero, lo que realmente depende de nosotros es la posición que adoptemos en la sociedad, nuestra lucha, nuestra cooperación, el ser capaces de desligarnos del consumismo, el ser capaces de reflexionar y de escoger, el luchar por la desigualdad, por una sociedad más justa. En definitiva, acostumbrarnos a dejar de atender siempre lo urgente y posponiendo lo importante de las cosas. Que todo el mundo tenga un sueño por el que luchar y que uno por lo menos se le cumpla. ¡Feliz año!