Desde 1948, los palestinos se han acostumbrado a conmemorar el día de la Nakba, desastre en árabe, cada 15 de mayo. Un éxodo forzoso de más de 700.000 palestinos que fueron expulsados y obligados a huir de sus tierras, para dar cabida a inmigrantes judíos que habían perdido sus viviendas y posesiones durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a una fuerte presión internacional para el reconocimiento de un Estado Judío. Después de la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido había ejercido la administración territorial de Palestina, estudiando diversas alternativas, hasta que en 1947 la recién nacida Organización de Naciones Unidas (ONU), aprobó un plan de partición que dividiría Palestina en dos para establecer dentro de ella un Estado árabe y otro judío, mientras que Jerusalén quedaría bajo un régimen internacional. En ese momento, la violencia de los grupos paramilitares judíos se intensificó con masacres de personas palestinas, la destrucción de aldeas y la expulsión de sus hogares. La violencia culminó con la llamada declaración de independencia de los colonizadores judíos el 14 de mayo de 1948, estableciéndose el Estado de Israel.
Lo que fue la celebración del Estado de Israel en 1948 coincidió con el Nakba (desastre) para los palestinos, que fueron diseminados en Cisjordania, Líbano, Jordania, Siria y en Gaza. La Nakba del 48, fue la negación al pueblo palestino de su identidad nacional y política, convirtiéndose en un Nakba permanente, hasta el día de hoy. Durante 77 años, la comunidad internacional ha permanecido impasible, cómplice y hasta condescendiente ante la limpieza étnica que ha llevado Israel contra el pueblo palestino. La guerra de Israel en la Franja de Gaza, tras el ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023, en que 1.189 personas fueron asesinadas y 251 fueron tomadas como rehenes, se ha cobrado más de 53.000 vidas en la Franja de Gaza. El 18 de marzo, el ejército israelí rompió una tregua de dos meses con Hamás, deteniendo todo tipo de ayuda, negando el acceso a agua potable, alimentos y medicamentos, reanudando su ofensiva. En los dos últimos días, tras intensos bombardeos en el norte y el sur de Gaza han muerto 183 personas, un castigo colectivo a la población civil palestina. Haciendo un Día de la Nakba permanente.
La Intifada palestina, reivindica los derechos de los palestinos que fueron expulsados y obligados al destierro en 1948, por los derechos humanos y el derecho al retorno de los palestinos de la diáspora. Pocas cosas han cambiado en estos años, donde los palestinos siguen siendo considerados enemigos por defecto y que deben ser expulsados. Israel, no tolerará la solución de dos Estados y el regreso de los palestinos de la diáspora, además de querer expulsar a los supervivientes actuales de la Franja de Gaza. Israel sigue con su incesante castigo contra los palestinos, intentando que renuncien a sus aspiraciones nacionales. Donde Netanyahu y Trump quieren invalidar la legítima lucha de los palestinos por recuperar sus derechos inalienables y su derecho a vivir en Palestina, haciendo de Gaza un resort turístico de la Riviera de Oriente Próximo.
Una flagrante vulneración del derecho internacional, un genocidio, una limpieza étnica que permitimos entre todos: Estados, instituciones y ciudadanos de todo el mundo, que no hacemos nada para que esto pare. La historia nos demostrará, al igual que pasó con el Holocausto y el «exterminio de la raza judía”, como lo formuló en su momento Adolf Hitler, que la comunidad internacional no hizo lo suficiente para evitarlo. Ninguna de las principales potencias de la Unión Europea reconoce al Estado de Palestina, nadie lo acompaña de ninguna medida práctica: no se rompe relaciones diplomáticas, no se detiene el envío de armamento, incluso no se boicotea la participación de Israel en el Festival de Eurovisión. El Nakba, el desastre, seguirá. Pero, nadie, ni Israel, conseguirá acabar con el pueblo palestino. حرروا فلسطين,