Cumplir 62 años de vida.

cumplir 62 años

Cumplir 62 años y mi camino continúa. Cumplir años significa ir cerrando poco a poco el círculo de la vida, cumplir años significa que estoy aquí y sigo estando vivo. El paso del tiempo es algo difícil de explicar, cuando miras hacia atrás, te acuerdas de cuando eras niño o adolescente, cuando miras al presente compruebas que tus hijos han crecido demasiado y si piensas en el futuro puedes imaginar nuevas vidas que hacen que siga el ciclo de la vida. Decía San Agustín sobre el tiempo que: «Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.»  San Agustín llegó a la conclusión de que ni el pasado ni el futuro existen, ya que ninguno de los dos existe ahora, descubrió que no hay presente que dure en el tiempo, porque todo pasa tan rápido que no te enteras. Que aquello que sucedió, ya no es, ya no está, que ya no existe; y que hablar de futuro es adelantarnos sin tener ninguna certeza de lo que pueda pasar. Entonces si el tiempo no es ni pasado ni futuro, solo nos queda el presente, solo nos queda el «carpe diem»: aprovecha el día, no confíes en mañana, vive el momento.

Pero, por mucho que nos esforcemos en “vivir el momento”, casi siempre solemos pensar sobre el pasado o el futuro, pero no sobre el presente. Tengo 62 años y la vida, se va escapando igual que el agua entre las manos en las rendijas de los dedos. Sin darnos cuenta hemos dejado de ser niños, adolescentes y nos hemos convertido en adultos, casi viejos. Estamos todo el rato pensando en las cosas que hicimos o en tomar decisiones para el futuro, y dejamos de disfrutar del presente. Perdemos el tiempo estando preocupados, enfadados, con tristeza, con miedo, con  incertidumbre, con preocupación, viviendo situaciones emocionales que nos generan ansiedad y estrés. Y, nos olvidamos de algo tan sencillo como es vivir: disfrutar de las pequeñas cosas, de los sentimientos, de las personas que nos quieren y que queremos. Aprendiendo a aceptarse y a quererse uno mismo, olvidando el materialismo de nuestra sociedad. Sin necesidad de buscar el espiritualismo en la religión o la mística, simplemente vivir cada momento como si fuera el último.

Nunca tuve miedo de morir, aunque la muerte y yo siempre hemos sido compañeras, porque la muerte siempre es compañera de nuestra vida. Me quedan con 62 años, muchas cosas por hacer, aventuras por vivir, personas que conocer y errores por cometer. No quiero que se detenga el tiempo, ni preocuparme en lo que va a suceder, simplemente quiero saborear cada momento, Porque lo peor, no es que el tiempo pase, sino que no llegues a disfrutarlo, por eso hemos de aprender cada día a vivir con intensidad.  Hemos de abandonar todas esas rutinas diarias, todos los automatismos, las obligaciones que llenan nuestras vidas y nos convierten en seres infelices, intentando cada día inventarnos a nosotros mismos y pensar que esta sociedad la tenemos que cambiar, no por utopía sino por necesidad. Tenemos la obligación de seguir soñando despiertos, de creer en un mundo diferente y mejor…

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