Un comportamiento erróneo muchas veces tiene consecuencias. Karla Sofía Gascón publicó hace un tiempo en sus redes sociales, al menos ocho tweets con comentarios racistas, islamófobos, antivacunas y sexistas. Ha pedido perdón, pero ahora, es victima de la cultura de la cancelación y ha pasado de ser admirada a odiada. ¿Hay que separar al autor de la obra? Hay ejemplos como Plácido Domingo, aceptó toda la responsabilidad en los casos de acoso sexual denunciados por una veintena de mujeres, pero, la gente va a sus espectáculos y se ponen de pie a aplaudirte. Woody Allen, denunciado por abusos sexuales denunciado por Dylan, hija adoptiva de su ex pareja, la actriz Mia Farrow, sigue haciendo películas y son un éxito. Pablo Picasso, su misoginia y sus relaciones plagadas de abusos y malos tratos, pero nadie niega que sea maestro del cubismo. ¿ Es justo que Karla Sofia Gascón sea juzgada por unos comentarios en las redes sociales o por su impecable interpretación en la película Emilia Pérez, de Jacques Audiard ?
Emilia Pérez ha conseguido ser mejor película en los Globos de Oro 2025; Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2025 y mejor actriz para Karla Sofía Gascón; mejor película europea en los premios Goya 2025; un récord de 13 nominaciones a la 97 edición de los Oscar 2025, lo que la convierte en la cinta de habla no inglesa en lograr mayor cantidad de categorías. Pero, por culpa de un ambiente tóxico basado en la cultura de la cancelación, ha generado bullying, incitación a la violencia y amenazas peores que la ofensa original que la ha provocado. Es curioso que en esta sociedad digital se pase de ser referente a querer invisibilizarla, por unos comentarios desafortunados, por los que ha pedido perdón. Pasar de tener un reconocimiento mediático como mujer trans a ser una mujer denostada por el director de Emilia Pérez, por sus compañeros, por las redes sociales, por los medios y por la sociedad en general. Haciendo un señalamiento público, anulando y neutralizándola por unas opiniones discordantes, por terribles que parezcan.
La cancelación muchas veces puede parecer una opción frente a ciertas ideas, comportamientos u opiniones. Porque creemos que los actos deben tener consecuencias, pero cancelar no funciona por superioridad moral. No hay superioridad moral de nadie. Se pueden reglamentar los delitos, pero cancelando estamos regulando la libertad de expresión y anulando a las personas. Donald Trump es un delincuente convicto, dice barbaridades, es mentiroso y nadie pone en duda su cargo de presidente de Estados Unidos. Existe el derecho legítimo a la crítica y al cuestionamiento, pero otra cosa es la cancelación de determinadas personas, que no es el comportamiento más democrático.
A Karla Sofía Gascón se le ha negado la oportunidad de expresarse debido a sus opiniones, acciones o comportamientos en el pasado, considerados socialmente inaceptables u ofensivos. Pero, se le ha cancelado en las redes sociales, en eventos públicos y se le tilda casi de «persona no grata». Todo esto puede tener un impacto significativo en la vida de Karla Sofía Gascón, en su autoestima, su reputación pública, profesional y en su salud mental. Parece que los comportamientos ofensivos, discriminatorios o dañinos hacia ciertos grupos de personas por parte de Karla Sofía Gascón no se le perdonan por ser una mujer trans.
Millones de personas pueden hoy expresar su opinión sobre cualquier fenómeno artístico, social o político gracias a las redes sociales, la práctica de la “cancelación” impide la libre manifestación de ideas, que no tiene nada que ver con sus aptitudes artísticas o profesionales. Muchas de estas personas promueven el odio hacia las personas trans, tienen disforia de género, no se les guarda el respeto, se les rechaza su cuerpo. El sexo viene determinado por la naturaleza, una persona nace con sexo masculino o femenino. En cambio, el género, varón o mujer, se aprende, puede ser educado, cambiado y manipulado.
Karla Sofía Gascón, no puede ser víctima de la cultura de la cancelación por ser una mujer trans. La transfobia y la cultura de la cancelación, impedirán la vida normal y la carrera artística de una mujer trans, que a lo mejor tenía unas ideas equivocadas, de las que debería reflexionar. Pero, no por ello debe ser sometida al linchamiento y a la condena por esta nueva inquisición, que representan las redes sociales.