El Consejo Europeo, de ayer jueves 28 de junio, se ha centrado en la migración. Más concretamente en mercadear con la migración, en mercantilizar a los refugiados y migrantes, en traficar con personas. Los 28 países comunitarios han alcanzado un acuerdo de mínimos que contempla el fin de las cuotas obligatorias de acogida -que no se cumplían- y que los países del sur seguirán recibiendo la inmigración, creando plataformas de recepción para que estén controlados los migrantes y que no puedan desplazarse a otros países de Europa, a cambio de recibir más dinero de la Unión Europea.
La solución a la situación de emergencia humanitaria que se vive en el Mediterráneo, es por lo visto la creación de plataformas de recepción, el aumento de las deportaciones y la progresiva externalización de fronteras con acuerdos bilaterales con países de origen y tránsito para frenar la migración. Se está negando el derecho a la movilidad de las personas, se está recortando el derecho de asilo, se refuerzan las fronteras y se levantan muros con concertinas. Negamos el derecho de entrada a quienes no son de Europa.
Hasta ahora se mercadeaba con países como Turquía, Líbano, Jordania, Libia, Sudán, Egipto… para retener o repeler en sus territorios a quienes quieren llegar a Europa, ellos eran los guardianes de la democracia y de los valores europeos, cometiendo estos países todo tipo de violaciones de Derechos Humanos para que no lleguen nunca a nuestras fronteras. Ahora, los países europeos también traficarán con personas, se acabaron los cupos, se acabo la solidaridad, simplemente se pagará a otros países para que se queden con la migración.
La idea de invasión, peligro, amenaza, sobrevuela sobre los ciudadanos europeos, los gobiernos europeos buscan ganar a la migración con normativas excepcionales y vulneradoras de derechos fundamentales, asistiendo a la degradación moral de la Unión Europea. Se olvida la decencia humana, se criminaliza a las ONGs, no se cumple con el derecho internacional, se deja morir a las personas que huyen de la miseria y de las guerras. Y, ahora se pretende que unos pocos países, por unas cuantas monedas, se hagan cargo de un problema que es de toda Europa.
No vale solo con gestos humanitarios de las personas rescatadas por el Aquarius, la solidaridad tiene que ser de todos los países, porque hay que defender los Derechos Humanos, luchar contra las mafias de la migración, buscar soluciones en los países de origen, hacer una política de refugio y migración que funcione, acabar con la intolerancia, el racismo y el fascismo. Porque la migración es también un derecho humano.