España y Portugal se han visto afectados este lunes con un apagón eléctrico generalizado, un cero energético que sigue sin explicación por parte de las autoridades y de Red Eléctrica, que es el operador del sistema eléctrico en España.
En momentos como este, se plantea uno la inseguridad del progreso ante un cero energético: congestión del transporte y del tráfico en las grandes ciudades, sin luz, sin teléfono, sin internet, sin email, sin WhatsApp. Personas atrapadas, sin poder llega a su destino. Un escenario pre-apocalíptico, todo paralizado por nuestro loado progreso, paralizado por la falta de electricidad. La gente bloqueada en los ascensores, colas en los cajeros automáticos, sin poder pagar con datafono, los supermercados que estaban abiertos invadidos por gente, los hospitales y los servicios de emergencia funcionaban con generadores, las gasolineras estaban cerradas, los restaurantes, bares y tiendas estaban cerradas, las farmacias sin poder dispensar medicamentos. Los padres y madres recogiendo a sus hijos en las escuelas anticipadamente. Los móviles con batería solo servían para utilizarlos como linterna, el ejemplo de una tecnología que se torna obsoleta e inútil de repente.
Un cero energético revela nuestras debilidades colectivas de esta sociedad. Dependemos de la electricidad para todo, sin electricidad no hay progreso: no hay luz, no hay comunicación, no hay dinero, no hay nada. No sabemos si ha sido un fallo humano o técnico, no se descarta la posibilidad de un ciberataque, pero lo que está claro, es que como dice la metáfora del «efecto mariposa»: cualquier pequeña acción o evento, como el batir de las alas de una mariposa, puede tener consecuencias significativas en un sistema complejo.
El 28 de abril de 2025 quedará marcado en la historia de la península ibérica tras producirse este apagón eléctrico generalizado, apagones que han sucedido, como el de agosto de 2003, que afectó a Nueva York, Toronto y otras importantes ciudades, demostrando la vulnerabilidad del sistema de electricidad o el apagón de julio de 2012 en Nueva Delhi y la mayor parte del norte de la India por un fallo en la red, dejando a más de 300 millones sin electricidad. Más recientemente, el 24 de julio de 2021, un incidente con un hidroavión en la red francesa de alta tensión provocó la desconexión temporal de la península del resto de Europa.
Es evidente que la seguridad total no existe, que la posibilidad de lograr una protección absoluta contra todos los riesgos es imposible. Pero, nuestras sociedades de progreso deben tener protocolos de emergencia y coordinación, sistemas de respaldo y formas alternativas de información ante un cero energético, que no dependan tanto de la tecnología, para estar preparados ante cualquier contingencia en un sistema eléctrico interconectado como es el europeo. Que no se soluciona con el preparacionismo de la UE, de tener un «kit de supervivencia» para emergencias. Nuestro progreso no puede depender de la inseguridad de una desconexión, un accidente o un ciberataque, que puede paralizar todo en 5 segundos y puede tardar horas e incluso días para reponerse.
Nuestra sociedad no se entiende sin progreso, pero sin electricidad la sociedad se detiene, no sabe qué hacer. Es necesario para construir el progreso, promover sistemas alternativos de seguridad. No podemos que el avance tecnológico nos limite, el progreso nos da vía libre a cualquier clase de deseos, pero sin embargo nos falta electricidad y no tenemos de nada. No hay del límite para el progreso humano, todo está en continuo cambio y progreso, pero dependemos de la tecnología casi para todo. Se progresa, pero a la vez nos creamos una dependencia, de la cual se plantea una inseguridad que nos hace más débiles e inseguros.