Acatar, respetar y cumplir la Constitución.

Acatar, respetar y cumplir la Constitución.Un cosa muy diferente es acatar, respetar y cumplir la Constitución. La Constitución española vigente no exige la adhesión ideológica hacia sus principios fundamentales, por lo tanto son válidas todas las expresiones imaginativas que emplean los diputados y senadores para acatarla. Hacer cumplir la Constitución es la principal responsabilidad de un gobierno, cumplir la Constitución, es lo primero que tenemos que pedir a esta Constitución o a una nueva. Respetar por todos y que se cumpla: porque la Constitución no se cumple en muchos de sus artículos. La Constitución «per se» no soluciona nada, no puede ser una utopía. Es el cumplimiento de ésta, lo que hace que la Constitución tenga un valor, porque la Constitución se redacta, en teoría, con la intención de cumplirla y de hacerla cumplir. Cada 6 de diciembre se celebra en España el aniversario de la Constitución Española aprobada en 1978, ese día el pueblo español refrendó el texto constitucional.

Acatar la Constitución no entraña necesariamente una adhesión ideológica o una conformidad a su total contenido, porque es ambigua en muchos términos, tiene defectos, pero sobre todo, es una Ley de Leyes que no se cumple en la mayoría de sus artículos, sobre todo aquellos que afectan al interés general. .El pueblo tuvo la oportunidad de manifestarse después de casi 40 años de dictadura, y así lo hizo a favor del establecimiento de un Estado de Derecho. Por lo tanto, somos un Estado de Derecho que se rige por un sistema de leyes e instituciones ordenado en torno a la Constitución Española. La Constitución fue una herramienta acorde y necesaria para desarrollar la democracia en el período político de la transición,pero después de 36 años es el momento de actualizarla a las necesidades del momento actual. La Constitución debe respetarse, pero también adaptarla a sus tiempos.

Cumplir la Constitución, por ejemplo el artículo 10 de la Constitución es categórico cuando afirma que las normas relativas a los derechos fundamentales (la vivienda, el trabajo, la salud, la protección social, etc.) deben interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y demás tratados internacionales que sobre esta materia hayan sido ratificados por España, por lo tanto, la obligación moral, ética y legal de un gobierno es aplicar los contenidos del Estado de Derecho que figuran en la Constitución. No cumplir sus artículos, constituye una violación, una desviación del sentido exacto de la Carta Magna, sin embargo no acatar por no estar de acuerdo en su total contenido, solo significa que se quiere cambiarla. Si una Constitución no ampara a los que no tienen vivienda o son desahuciados con violencia, si no garantiza un trabajo, si no protege a los parados, a los jóvenes, a los inmigrantes,a los pensionistas, a las personas con discapacidades, a las personas viudas con pensiones miserables ¿Para qué sirve la Constitución, sino es para cumplirla?

La sociedad y su composición han cambiado, existe una nueva generación, compuesta por más de 20 millones de personas nacidas después de 1973 que no pudieron participar en el proceso constituyente del 78, que no consideran suya dicha Constitución. Hace falta un nuevo pacto constituyente, una reforma de la totalidad de la Constitución sin el quebrantamiento del orden constitucional. Reformas de opciones políticas fundamentales, como las relativas a los derechos y mantenimiento de la Corona; la configuración actual del Estado autonómico a federal; la implantación del referéndum revocatorio; suprimir la referencia a la Iglesia Católica en el art. 16 y sustituir “aconfesional” por “laico”;  la inclusión de nuevos derechos; la obligación de someter a referéndum los nuevos tratados de la Unión Europea… En los momentos excepcionales de crisis sociales, políticas, económicas, autonómicas es el momento de plantear una transformación constitucional, es el momento de cambiar la Constitución para poderla cumplir mejor. Es más preocupante que no se cumpla, a tener que acatar unas normas con las que no se está totalmente de acuerdo.

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