Emergencia climática andropogénica.

emergencia climáticaDurante las próximas dos semanas se celebrará en Madrid, la Cumbre Mundial del Clima COP25, donde 196 países deben de afrontar la emergencia climática y sus consecuencias, dando cumplimiento al Acuerdo de París de 2015, para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, donde su aplicación sería para el año 2020.

Una Cumbre del Clima que tenía que realizarse en Chile, pero que tuvieron que renunciar a su celebración por los graves incidentes de orden público y la injustificable represión militar contra las personas que protestaban en las calles chilenas, que estallaron el pasado 18 de octubre tras la subida del precio del billete del metro. Tras la decisión unilateral del gobierno chileno de cancelar la COP25, se llegó a un acuerdo entre el presidente de Chile Sebastián Piñera y el presidente en funciones español Pedro Sánchez, para celebrarla en Madrid.

Una COP25 que debería tener ante todo, una condena contra el presidente Piñera, por su represión y violación de los derechos individuales y colectivos del pueblo chileno, en respuesta a las legítimas movilizaciones sociales. Es difícil, asegurar una respuesta a la emergencia climática, cuando no se es capaz de solucionar los problemas sociales de Chile y solo se pretende solucionarlos con más de una veintena de muertes de manifestantes, centenares de heridos de armas de fuego y miles de detenciones. 

Porque la ecología, el evitar las consecuencias irreversibles de una emergencia climática, depende mucho de los dirigentes de cada país y de su comportamiento social y democrático hacia sus ciudadanos. Los dirigentes políticos son los responsables de la contaminación, la transformación de la naturaleza, la especulación inmobiliaria, las obras de infraestructuras, los modelos extractivos y los grandes beneficios de empresas contaminadoras. Todo el empeño de los ciudadanos por no contaminar, por reciclar y por preservar el medio ambiente no sirve de nada sino hay una responsabilidad social por parte de los mandatarios.

La emergencia climática es andropogénica, es decir, está generada por la actividad humana. Los factores antropogénicos son los efectos, resultados o procesos que son consecuencia de acciones humanas. Nosotros somos los culpables de que un consumismo sin fronteras sea el responsable de dañar el medioambiente, hasta cotas de emergencia. Todos los procesos de producción, construcción, distribución y consumo contaminan. Y, lo que es peor, se ha permitido por parte de los gobiernos y de las grandes empresas que contaminar sea gratis o muy barato. Solo ha importado el beneficio antes que la contaminación y el riesgo para nuestro planeta.

Cuando se hace una Cumbre del Clima, se olvidan todos los intereses económicos que hay en la contaminación por parte de empresas y gobiernos. De todos los millones de vehículos contaminantes y de la importancia económica de la industria automovilística. De las empresas productoras de plástico que no tienen planes de frenar su producción y comercialización de plásticos de un solo uso, y que la única solución se basa en el reciclaje, que solo perpetua el problema. La producción de energía, la industria del petróleo, las instalaciones industriales e incluso los hogares. La desforestación, las actividades agrícolas, mineras, la superpoblación… Todo contamina y buscar soluciones alternativas son más caras y por lo tanto repercuten en los beneficios de las grandes empresas.

La COP25 es una forma de engañarnos de que es nuestra responsabilidad como consumidores el frenar una emergencia climática, cuando falta el compromiso de sostenibilidad gubernamental para alcanzar un desarrollo sostenible. No basta con el mensaje de Greta Thunberg, una niña de dieciséis años, ni con el empeño de todos los grupos de ecologistas, ni con el compromiso de los consumidores. La solución está en manos de los políticos, para que las empresas cumplan todas las obligaciones legales, y exista una política preocupada por el medioambiente, responsabilizándose de las consecuencias y de los impactos que se derivan de sus acciones. Todo lo demás es demagogia…

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Andrés Marco Lou

    Si repasamos en la historia casi todas las revoluciones políticas y sociales han contado con un líder o lideresa para ser el emblema de ella. La emergencia climática ha encontrado en una adolescente la forma de atraer a cientos de miles de personas más o menos escépticas con el ecologismo.Se ha desatado una oleada propagandística en contra del negacionismo y el escepticismo, una forma de crear conciencia para hacer algo, para salvar el planeta. Además, de lograr la adhesión a la causa, y estimular el sentido cívico de miles de personas que hasta ahora no les preocupaba la contaminación.

    Y, todo gracias a Greta Thunberg, activista ambiental sueca de tan solo 16 años de edad, que ha conseguido más que los innumerables informes científicos, los múltiples organismos internacionales, oenegés y partidos ecologistas. Todo esto en una discusión que divide a muchas personas sobre la emergencia climática, unos que siguen contaminando y que siguen negando las advertencias de los defensores del medio ambiente. Y, otros que intentan tener un consumo responsable, que intentan no contaminar, que reciclan y que su voto puede ser de castigo a ciertos partidos políticos que no defienden el planeta.

    Me preocupa que muchos vean en Greta Thunberg, las ramas que no les dejen ver el bosque. Lo importante no es la manifestación de todos los viernes, la discutible decisión de no ir a clase para protestar, sus desplazamientos en medios de transporte no contaminantes, sus discursos, todo el despliegue mediático… Greta es una niña de 16 años con Asperger, que se ha convertido en la voz de su generación y que ha conseguido llevar el activismo climático a una nueva dimensión, que ha conseguido que muchos negacionistas del clima, cambien su mensaje. Pero, donde lo importante no es Greta, sino el medioambiente…

  2. Andrés Marco Lou

    La cumbre climática de Madrid COP25 ha sido una farsa, por no decir que ha sido un fracaso. Ni EEUU, China, Rusia, India, Brasil, Arabia Saudí y Japón han querido que hubiera entendimiento y no han permitido poner medidas para reducir las emisiones ni tampoco la creación de un mercado común de carbono. Tanto despliegue mediático, tanto fenómeno Greta Thunberg no han servido para que los gobiernos aceleren su acción para detener el deterioro del clima.

    No importa que se incrementen los desiertos, que aumente la deforestación, que sigan creciendo las emisiones de Dióxido de Carbono que calientan el planeta, ni tampoco se hace nada para evitar que el Ártico se deshiele. Cada vez llueve menos, pero las lluvias son más torrenciales en pocas horas. Cada vez los veranos son más cálidos. Los océanos y mares pierden oxígeno, cada vez están más contaminados lo que provoca la muerte de muchos bancos de peces y un un problema de seguridad alimentaria para todos nosotros. Seguimos consumiendo energías fósiles, seguimos utilizando plásticos en nuestro consumo habitual. Utilizamos transporte público y privado con emisiones, no utilizamos los vehículos eléctricos. Cada día aumenta el exceso de consumo alimenticio, textil, energético y eso repercute en la contaminación. Los preocupados por la crisis climática son los menos y desde luego la crisis climática no ocupa un lugar central en las políticas de los estados.

    Por encima de la crisis climática está el dinero, el beneficio de los oligopolios, de los fabricantes, de los distribuidores. Es el capitalismo y las empresas las causantes del cambio climático y se niegan a cambiar el sistema productivo. Los ciudadanos de a pie, podemos hacer mucho: podemos reciclar, podemos ser más responsables en nuestro consumo, podemos contaminar menos, podemos escoger en nuestra compra e incluso podemos votar por partidos que tengan políticas ecológicas. Pero, de nada servirá hasta que los estados tomen medidas en contra de la crisis climática. Ahora, solo nos queda esperar a la nueva cumbre de de Glasgow…

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