No fue una pelea, fue una Guerra Civil.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en su viaje por Latinoamérica, ha definido la Guerra Civil española como una «pelea» entre «nuestros abuelos».  Ha afirmado que: «Hace 80 años nuestros abuelos y bisabuelos se pelearon y no tiene sentido vivir del rédito de lo que hicieron nuestros abuelos hace 80 años». Una pelea es la acción de pelear o pelearse, es un enfrentamiento entre dos o más personas o grupos de individuos que entran en conflicto, disputa o discrepancia, cuando tienen intereses u opiniones que se contradicen. Pero, una guerra es algo más, es una lucha armada donde los contendientes están dispuestos a luchar hasta morir, para defender su territorio o sus ideas. La Guerra Civil no fue una simple pelea entre españoles.

La Guerra Civil española de 1936 a 1939, fue la mayor tragedia de la historia moderna de España, una guerra fratricida que se saldaría con más de 600.000 muertos, decenas de miles de exiliados y una dictadura de casi 40 años de duración, en la que hubo represión, depuraciones, injusticias y agravios por motivos políticos, ideológicos, religiosos o de otra índole contra los que perdieron la guerra. Una Guerra civil que comenzó con la sublevación de parte del ejército contra el gobierno de la  Segunda República española por no estar de acuerdo con las reformas republicanas, apoyado por diversos sectores de la sociedad como empresarios, terratenientes e Iglesia. Que fue un ensayo general de la II Guerra Mundial, que el resto del mundo democrático la ignoró.

Una Guerra Civil que no fue una simple «pelea», que tuvo dos partes encontradas que lucharon por mantener el modelo de sociedad que mejor les parecía. Pero, que nunca se debe de olvidar que fue un golpe de Estado dirigido contra un Gobierno de la Segunda República surgido legalmente de las elecciones de febrero de 1936. Una guerra y una dictadura donde los derechos humanos fueron sistemáticamente violentados y donde la democracia española olvidó los derechos a la verdad, justicia y reparación de daños a las víctimas. En España, seguimos con las heridas abiertas, con las fosas olvidadas y la verdad en un olvido institucional, donde aún la memoria histórica es una polémica política.

Donde la derecha sigue haciendo un revisionismo histórico permanente sobre la dictadura franquista y la Guerra Civil. Donde Pablo Casado, antes de presidir su formación, en 2015, dijo aquello de “los de izquierdas son unos carcas, todo el día con la fosa de no sé quién”. El 30 de junio de 2021 afirmó en el Congreso, como ya líder de la oposición que: “la Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes la democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia”. Y, ahora Alberto Núñez Feijóo considera la Guerra Civil como una pelea y está esperando a gobernar para derogar la Ley de Memoria Democrática.

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  1. Andrés Marco Lou

    No se puede banalizar una guerra, hablando de una «pelea entre nuestros abuelos». En España hasta este momento solo ha habido impunidad, donde se ha olvidado a las víctimas, a los perdedores, induciendo al olvido y al perdón, pero sin justicia. Quienes pensamos distinto estamos en contra de la institucionalidad del olvido. Mientras existan exhumaciones de fosas comunes de la Guerra Civil española y la posguerra, mientras no existan iniciativas políticas y judiciales sobre los crímenes del franquismo, no habrá reparación, ni justicia, ni dignificación.

    La Guerra Civil fue una puta guerra, como todas las guerras. Con muertes, destrucción, odio, dolor y muchos errores por ambas partes. Graves violaciones de derechos asimilables a crímenes de lesa humanidad. con desapariciones forzadas, con juicios sumarísimos que no pueden quedar en el olvido. Parece justo que existan debates respecto a la memoria de la Guerra Civil, así como en la necesidad de respuesta por parte de diversas instancias del poder político y judicial ante las demandas de algunos sectores de la sociedad civil, por simple sentido común democrático. Todo esto ni se puede banalizar, ni olvidar, simplemente se debe juzgar.

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