8M.

8M

Hoy es 8M, Día Internacional de la Mujer, proclamado por la ONU en 1975, 50 años de lucha de millones de mujeres que sufren desigualdades por el mero hecho de serlo, que luchan por transformar el mundo y avanzar en derechos humanos. Porque, ser feminista es el principio de igualdad de derechos de la mujer y del hombre. Porque las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y su maternidad. Derecho a su identidad y a vivir su sexualidad. Derecho a que se respete su «no». A que no se les culpabilice en los casos de violencia de género y sexual. Derecho a no ser cosificadas o hipersexualizadas. A romper el techo de cristal, a vencer los micromachismos, a no tener miedo a caminar solas o vestirse como les apetezca. Derecho a recibir educación, a la salud, a la educación, a los procesos de toma de decisiones, a la propiedad, a votar y a ganar el mismo salario por el mismo trabajo y a garantizar que las mujeres puedan vivir libres de violencia. En estos 50 años las mujeres no piden derechos especiales, solo quieren los mismos que los hombres. No luchan por ser más, luchan por ser igual.

Las mujeres son más de la mitad de la población del planeta y sufren todos tipos de violencias: físicas, sexuales, psicológicas, económicas, culturales, educativas e institucionales. La mujer se merece ser libre. No puede estar relegada a ser menos que los hombres. Después de 50 años de 8M, seguimos luchando que no celebrando, por conseguir la igualdad y el respeto de los derechos humanos de las mujeres. De esta forma, el movimiento feminista quiere hacer de los derechos de las mujeres derechos humanos, con garantías civiles, políticas, económicas, sociales y jurídicas iguales que los hombres. Hablamos de igualdad real.

Hoy 8M es necesario la unidad del feminismo, con dos posturas que parecen irreconciliables: la del abolicionismo de la prostitución y la de las personas trans. Donde una postura reconoce a las «trabajadoras sexuales» y la defensa de la Ley Trans, mientras otras mujeres feministas exigen una ley que prohíba la prostitución en todas sus formas y se posiciona abiertamente en contra de las personas trans afirmando que «ser mujer no es un sentimiento». El feminismo necesita unidad. Continuar luchando por la igualdad, contra la extrema derecha que niega la violencia machista y perpetúa estructuras profundamente misóginas, contra la izquierda cómplice del machismo. Por un feminismo antifascista, antirracista y LGTBIQA+

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  1. El feminismo reclama igualdad y lucha por la igualdad de mujeres y hombres. Aunque, todo el mundo no lo comparta. La extrema derecha encarna al pasado, donde la mujer debe recuperar el rol de madre y esposa, donde su papel principal es la natalidad, para frenar la “invasión” de extranjeros. En contra del matrimonio igualitario, del aborto o de los derechos de las personas transexuales, liderando la lucha contra la ideología de género, tratando con este discurso combatir el género como concepto. Recuperando la idea de hombre y mujer como biológicamente diferenciados, situando a la mujer en una familia tradicional heterosexual con división de funciones entre sexos, con función natalista, «buena» esposa y cuidadora.

    El PP, partido ganador de las elecciones, de la unidad y la bandera de la patria, parece que no está tampoco muy conforme con el feminismo, según palabras de Feijóo: «Creo en la causa de la igualdad por la que lucharon nuestras abuelas y nuestras madres; ese es el feminismo de verdad”. Evidentemente hay que reconocer la labor de nuestras madres y abuelas en la dictadura franquista que relegaron a la mujer al ámbito doméstico y estableciendo la desigualdad de sexos ante la ley. Reforzando la imagen de una mujer sumisa y obediente, esposa y madre, que debía atender en exclusiva las tareas domésticas.

    Donde a la mujeres se les negó la coeducación en las escuelas, se le asignaba su destino doméstico y reproductivo. La mujer casada no tenía derecho a tener bienes propios, el marido era su representante legal, no podía abrir una cuenta en un banco, la mujer carecía prácticamente de todo derecho laboral y no podía ejercer determinadas profesiones. Esas fueron nuestras abuelas y algunas de nuestras madres, que con su resiliencia lucharon por la libertad, la democracia y la igualdad de derechos. Aún, a pesar de la situación de desigualdad legal, muchas mujeres trabajaron en la época franquista por necesidad económica y también para afirmar su capacidad y sus derechos, donde poco a poco lucharon por demandas de igualdad entre ambos sexos y algunas de ellas sentaron las bases del feminismo. Ese feminismo por el que lucharon nuestras abuelas y madres, es el mismo por el que lucha el feminismo actual, por la igualdad.

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