La limpieza, la honestidad, la ética, la honradez de las acciones, el convencimiento personal de actuar con rectitud, la satisfacción de conseguir el interés público por encima de los intereses personales, es lo que podríamos definir como probidad. Una cualidad necesaria para un político o gestor de establecer la estrategia y toma de decisiones para lograr los objetivos previstos. Pero, dicha cualidad necesaria no significa que sea la única. El factor humano es el más importante de cualquier sistema: los procedimientos, las tareas, las decisiones, etc., que ejecutan normalmente los seres humanos. Para eso es necesario, establecer procedimientos de control interno, que tienen que funcionar y funcionar bien. Solo se hace bien lo que se controla. Porque, cuando se delega, no implica perder el control, ni por supuesto la responsabilidad.
Esta tarde ha dimitido Santos Cerdán, como secretario de Organización del PSOE y ha anunciado que también dejará su acta de diputado en el Congreso. Tras hacerse público un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que le vincula supuestamente con el cobro de comisiones ilegales por la adjudicación de obras públicas. Como secretario de organización del PSOE, es el responsable, de acuerdo con el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, de gestionar los asuntos y problemas relacionados con la estructura, organización y funcionamiento del partido. Lo cual significa que existe una responsabilidad política de Pedro Sánchez. El «no enterarse», el «no saber nada» es una ineptitud y una falta de responsabilidad. Pedro Sánchez y el PSOE tienen que tener sistemas de control para solucionar las ineficiencias de la organización y tomar medidas rápidas para rectificarlas. Mucho más cuando los dos últimos secretarios de organización del PSOE: José Luis Ábalos y Santos Cerdán, se les sitúa en el centro de una trama de presunta corrupción.
En un político se confía que tenga unos conocimientos y probidad para poder asumir su cargo. El propósito esencial de un servidor público es que sus acciones generen un impacto significativo, contribuyendo al bienestar colectivo. estar siempre el pueblo que lo eligió. A la supuesta capacidad y dignidad tiene que existir una transparencia y por lo tanto control. En momentos en que nuestra clase política está altamente cuestionada, se hace más importante si cabe, el que no exista una total transparencia y ninguna duda de corrupción. No confundiendo a las personas sospechosas de actos de corrupción con crisis de instituciones. Un partido progresista como el PSOE, no puede limitarse a criticar la corrupción del PP, tiene que tener los recursos necesarios para actuar de manera ética, generando los mayores mecanismos de control que puedan velar por la adecuada conducta de sus mandos.
Cuando Pedro Sánchez escoge un secretario de organización en el partido o un ministro en el Gobierno, no basta solo con la confianza y su supuesta probidad. Tiene que establecer las políticas de control interno y el sistema es efectivo en reducir esos riesgos a un nivel aceptable. El riesgo siempre existe y el control total quizás es imposible en una corrupción casi sistémica. Desde Juan Carlos I a la cabeza y tanto con gobiernos del PSOE como del PP. Es lamentable que el PSOE no haya sido capaz de frenar la corrupción. La misma que que le costó perder el gobierno a Mariano Rajoy, por el escándalo de la Gürtel, tras una moción de censura que ganó Pedro Sánchez y le permitió llegar a la Moncloa en 2018.
La probidad es siempre la olvidada y la corrupción es tan vieja como la humanidad. Por treinta monedas de plata Judas Iscariote traicionó a Jesús de Nazaret. Personajes como José Luis Ábalos, Santos Cerdán, Koldo García o Juan Guerra, hermano del entonces vicepresidente del Gobierno español, Alfonso Guerra, todos del PSOE. Sin olvidar el caso Filesa, cuando en la segunda década de los 80 un entramado empresarial se dedicó a recaudar dinero para el PSOE de manera ilegal. El Partido Popular con el caso Gürtel, y el cabecilla de esta trama de corrupción, Francisco Correa, Luis Bárcenas, su mujer Rosalía Iglesias, Pablo Crespo o Guillermo Ortega, además de un tal «M.Rajoy». Una red de empresas que conseguían contratos de todo tipo de administraciones gobernadas por el Partido Popular (PP) en diversas partes de España, que lo hacían a cambio de sobornos que iban a parar a los cargos públicos responsables de decidir sobre esos contratos e incluso servían para financiar actos de campaña y otras gestiones del propio PP, según concluyó la Justicia española.
Es inverosímil que Pedro Sánchez después del acoso y derribo que ha sufrido a nivel personal por parte de la derecha: su mujer, su hermano, el Fiscal General, el caso Koldo. No es lógico que Pedro Sánchez en su comparecencia en la sede del PSOE, afirme que no se enteró de que Santos Cerdán era un corrupto hasta que no leyó el informe de la UCO. Ni pedir «perdón a la ciudadanía», ni añadir que «No debimos confiar en él». Con este caso Koldo, Ábalos, Pedro Sánchez o PSOE, se exhibe todo lo peor de la política: el poder por el poder, el egoísmo, la falta de honradez, la corrupción e incluso el machismo y misoginia con casos de prostitución. Argumentos para muchos ciudadanos y ciudadanas que ratifican su asco por la política, por la democracia y el descredito hacía los políticos.
La calle Ferraz de Madrid, sede del PSOE, se ha tornado de nuevo en el sitio para insultar, atacar y pedir la dimisión de Pedro Sánchez, junto a mensajes de la derecha y la extrema derecha, apoyado por medios y redes sociales. El futuro de España, es la de esos «patriotas» encapuchados, con banderas anticonstitucionales, con saludos fascistas y gritos a favor de Franco. El PSOE no lo está haciendo bien, necesita cambiar. Los partidos progresistas tienen la última oportunidad para enmendar sus errores y sus luchas. La derecha de la caverna quiere gobernar y cambiar a esta España democrática. El PSOE se lo ha puesto muy fácil, con estos dos secretarios de organización del PSOE, la improvisación y los errores sistemáticos que han afectado al control interno y con ello también, a la supuesta probidad de Pedro Sánchez.