Politizar la sociedad es contribuir a su autonomía y madurez. Se trata de no dejar la política sólo en manos de los políticos, haciendo una sociedad mejor, donde los ciudadanos deben participar en la vida política, exigiendo la calidad del análisis político, del debate político y la crítica política para el desarrollo de la democracia. Politizar no es caer en el fanatismo, ni en el ideologismo, ni en teorías conspiranoicas, ni por supuesto en su antónimo: la despolitización. Politizar es hablar de recursos públicos, de su destrucción y precarización, de su privatización, es hablar de educación, de sanidad, de infraestructuras, de servicios de emergencia, de dependencia…
Cualquier decisión que los ciudadanos tomamos en sociedad es “política”. No es solo el momento de votar. Es cuando utilizamos la educación o la sanidad, pública o privada. Cuando pagamos o no los impuestos que nos corresponden. Si compramos en una multinacional o en un pequeño comercio. Si protestamos de alguna manera o nos quedamos en casa. El medio de comunicación que escogemos para comunicarnos. Incluso la inacción es un acto político, que tiene su repercusión política.
El movimiento del 15-M significó una creciente politización de una parte de la sociedad, el conjunto de protestas sociales y cívicas de todo el lustro de 2010 a 2014, los «indignados» devolvieron al primer plano la voz de aquellos que sentían que hacía mucho que no eran escuchados. Representó el hartazgo y una respuesta absoluta a la desafección política, por el descrédito y la crisis de confianza en las instituciones públicas, en la economía, en los políticos. Donde la ciudadanía se cuestionaba por qué se rescataba a los bancos, si ellos no tenían para llegar a fin de mes, sin futuro, sin trabajo, sin casa… La politización salió a las plazas y a las calles, la gente era consciente de la importancia de la política, de otra política.
Después de 13 años del 15-M, los ciudadanos vivimos en un momento de descredito y de decepción con la política y los políticos. Hay una parte de españoles y españolas en las elecciones que votan a su partido con la fidelidad del ultra a su equipo de fútbol, no les importa si lo hacen bien o mal, lo importante es votar al tuyo. Y, tener muy claro que el rival no gane, porque es el enemigo. Cada vez hay más voto populista de extrema derecha y un porcentaje importante de ciudadanos que optan por la inacción y la abstención, incluso los que votan, muchos de ellos cuestionan la política y los políticos.
Politizar la sociedad, es creer en la política, en sus instituciones, en la democracia. Es rebelarse contra la antipolítica, contra la derecha y su derecha más extrema. Creer que todos y cada uno de nosotros y nosotras tenemos la responsabilidad de adquirir conciencia política, de ser más libres y más resistentes a la manipulación. Nos queda la opción de seguir creyendo que podemos transformar la sociedad o ser marionetas de los que no quieren que pensemos.