El Partido Popular ante la reforma del Estatut catalán, entre 2005 y 2006, planteó un “boicot contra los productos catalanes”, que comenzó ya en 2004 en torno al cava catalán y por extensión al resto de productos fabricados o con sede social en Catalunya. Parece, que con la llegada de las fiestas navideñas, comienza el debate de nuevo de dicho boicot, está más presente en las redes sociales, encontrando páginas que alientan y difunden sus argumentos para que otros sigan el ejemplo.
La compra selectiva puede ser una gran táctica a escala global, a través de las redes sociales, para dejar de comprar un producto o para respetar unos valores éticos determinados: contra la explotación infantil en la industria, a favor de los veganos o las feministas, a los contrarios del uso de determinados productos, por la defensa del medio ambiente, etc. Pero, ahora se quiere emplear la compra selectiva para que los ciudadanos dejen de consumir productos en función de su origen, se convierte es un ejercicio de indignación contra Catalunya.
Es una forma de considerar a los consumidores poco inteligentes, al pensar que cambiarán sus hábitos de compra al mirar la etiqueta y comprobar si está fabricado en Catalunya o no. Cuando lo lógico es que se compre porque se adecue a sus necesidades: por calidad, por precio e incluso por costumbre. Sin embargo, siempre habrá un porcentaje de personas que tomen la acción y decisión de no comprar fuet, cava, pera de Lleida y la infinidad de marcas que se fabrican y tienen local social en Catalunya, solo por ser productos catalanes.
Este boicot, a través de los medios de comunicación y de Internet, es una campaña de odio, con el objetivo de crear un caldo de cultivo que fomente el rechazo de los productos catalanes entre el resto de españoles. Entonces, estas personas estarán reconociendo implícitamente con su «no compra» que Catalunya no pertenece a España y que prefieren favorecer a otras regiones y países, perjudicando a unos fabricantes que de momento son tan españoles como el resto.
Los consumidores tenemos que apostar por un consumo responsable, ya estamos suficientemente torpedeados por la publicidad, por prácticas monopolistas, por prácticas de falta de competencia para que ahora no paren de llegarnos whatsapps y mensajes virales de boicot a los productos catalanes. De momento solo me parece una manipulación más, en la que se intenta generalizar un deseo independentista de muchos ciudadanos, que en todo caso debe solucionarse en las urnas, con un boicot que perjudica aparte de cientos de empresas, a miles de empleos y a la totalidad de la economía española.