Las cloacas de la política es donde hay individuos que operan al margen de las instituciones democráticas para destruir a sus rivales políticos. Al contrario que los sistemas de alcantarillado que aparecieron en las ciudades europeas en el siglo XIX para responder a los problemas de salubridad y de epidemias provocadas por la evacuación de las aguas fecales. En las cloacas de la política no hay un propósito de recoger y transportar aguas residuales para su tratamiento. Lo que se pretende, es que manos invisibles utilicen formas ilegales e inadmisibles en democracia, sean políticos, policías o empresarios como fontaneros de la mierda, para aportar pruebas que jueces y fiscales consienten e instruyen en sumarios difíciles de entender.
Hasta la creación de las redes de alcantarillado, la gente vertía las aguas residuales en la calle, que se conducían en una cierta pendiente siguiendo la ley de la gravedad. En política, siempre ha existido un sistema calculado para intentar manchar o enterrar con la sedimentación de los materiales sólidos que se ven transportados, a sus rivales políticos. Siempre han existido ratas en las monarquías absolutistas, en las dictaduras y hasta en las democracias, con falta de escrúpulos para alcanzar el poder. Al igual que las aguas residuales, la inercia ha ido corrompiendo y cambiando al poder a lo largo de los siglos.
Las ratas políticas cuando se encuentran en una institución, lo único que saben hacer es roerlo y así destruirlo poco a poco. Hay ratas en el Poder Judicial, en el Legislativo y Ejecutivo, donde el objetivo es a través de prácticas mafiosas cargarse la democracia, sus instituciones, la credibilidad en sus políticos y en la propia política. Donde los medios de comunicación son los ventiladores que propagan más rápidamente la mierda. El objetivo es transmitir el tufo de alcantarilla, de corrupción, de mentiras y de odio. Intentando que parezca que los gobernantes no cumplen con sus obligaciones con honestidad y decencia. Donde la ciudadanía deja de creer en la democracia, donde parece que moran los de siempre, donde deciden votar al populismo de derechas, simplemente no saben a quién dar su voto en las próximas elecciones o se refugian en la abstención.
En las cloacas de la política en España todo es posible. Hemos pasado del franquismo con una cloaca del Estado única, grande y libre. A un grupo armado parapolicial, los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que asesinaron a 27 personas, muchas de ellas sin ninguna relación con ETA ni el independentismo vasco, durante los dos primeros gobiernos de Felipe González. Las cloacas del Estado de Aznar con el apoyo a la guerra de Iraq de 2003 y la teoría de la conspiración sobre los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 y su adjudicación a ETA. Las cloacas de la política del Gobierno de Mariano Rajoy, con sus exministros Jorge Fernández Díaz y María Dolores de Cospedal, y la expresidenta del PP catalán Alicia Sánchez Camacho, en la «operación Catalunya» y la guerra sucia contra Podemos. Y, ahora donde se quiere culpabilizar al Gobierno de Pedro Sánchez con corruptelas y escándalos como el caso Koldo y Ábalos, casos familiares como la esposa y el hermano de Pedro Sánchez. Y, ahora los audios de Leire Díez que destapan una posible conspiración contra la UCO por la investigación judicial de la corrupción que rodea al entorno más cercano del presidente del Gobierno.
Parece que las cloacas se usaron y se siguen usando, no es la cloaca del PSOE, ni del PP, es de ambos, son las cloacas del poder. Algo que parece tan natural como el tránsito intestinal, donde desde el excusado, se saca todo lo sucio y maloliente para atacar al rival político. Lo que está claro es que desde junio de 2018, primer gobierno de Pedro Sánchez, la derecha y la extrema derecha de este país han intentado verter efluvios sobre su Gobierno ilegitimo, sus socios comunistas, bilduetarras y catalanistas. La oposición de derechas no parará hasta verter una enorme variedad de bulos y conseguir como el flautista de Hamelin llevarse a Pedro Sánchez.
La gente habla mal de las ratas, pero seguro que las ratas tienen peor opinión de nosotros. Esas personas que actúan de mala fe, con acusaciones, algunas justificadas y otras falsas, con el único propósito de llegar al poder, olvidándose que en democracia el poder se logra solamente con las urnas. Grave muy grave es que un corrupto pueda gobernarnos, pero hay que demostrarlo. No basta con solo con bulos y mentiras. En política, como en cualquier profesión, hay políticos íntegros y dedicados a las tareas del gobierno, así como aquellos que pueden actuar de manera menos ética. En política, como en la vida, o eres una persona o una rata.