Hoy domingo 14 de julio, España e Inglaterra se han enfrentado en la final de la Eurocopa 2024, el españolismo desbocado tras un mes de competición en el que España ha ganado todos y cada uno de sus partidos. España ha sido el mejor equipo en la competición, la selección con más goles marcados. Se ganó a Croacia, después a Italia, se superó el partido frente a Albania, se remontó y ganó a Georgia, se sufrió con Alemania en una agónica prórroga, y se eliminó a la subcampeona del mundo, Francia. España es campeona de Europa, después de doce años, al derrotar a Inglaterra por 2-1.
Una selección española que cuenta con dos jugadores racializados nacidos en España, Lamine Yamal y Nico Williams, que han sido los líderes del equipo y que son ejemplo de la pluralidad de nuestra sociedad y que representan el cambio racial que se viene produciendo en todas las sociedades. La inmensa mayoría de los españoles han disfrutado con Lamine Yamal y Nico Williams, porque da igual que en la selección española jueguen blancos, negros, chinos o moros, son todos españoles por derecho propio. Un jugador nacido en España, cuyo origen de sus padres no es España, es libre de jugar en otra selección, como el caso de Brahím Díaz que ha jugado con la selección de Marruecos. O el caso de Iñaki Williams jugador del Athletic Club que anunció en 2022 que jugaría con la selección de Ghana, volviendo a sus raíces, pese a que fue internacional con España tanto en las categorías inferiores como con la absoluta.
Nico Willams nació en Pamplona de padres ghaneses que emprendieron la travesía como migrantes por el desierto del Sahara para buscarse una nueva vida en España. Lamine Yamal nació en Esplugues de Llobregat (Barcelona) y sus padres proceden de Guinea Ecuatorial y Marruecos. Dos jugadores negros, que molestan a una parte de nuestra sociedad, por su color. Un racismo por parte de esa ultraderecha española que le molesta que nuestra selección tengan jugadores que no consideran españoles. Aunque, supongo que no les molesta que la defensa de la selección española la custodien dos centrales nacionalizados nacidos en Francia: Le Normand y Laporte, porque aunque franceses de nacimiento, son blancos. A un cierto españolismo, les molesta un gol de Nico Williams o de Lamine Yamal.
La Eurocopa 2024 como fue la Eurocopa de 2012, son el ejemplo de ese españolismo desbocado, de esa histeria, de comentarios entusiásticos, de enarbolar banderas, de somos los mejores, de desprecio y compasión por los otros, de exaltación acomplejada del nacionalismo español, que se aprovecha muy bien cierta parte de la derecha con cánticos como: » Yo soy español, español, español», pero siendo también racistas con dos jugadores como Nico y Lamine. El sufijo “ismo” se usa para formar sustantivos que designan doctrinas, actitudes o escuelas, aunque a veces bajo esta forma lingüística se ocultan concepciones ideológicas radicales. El problema de los “ismos” es su obsesión por subrayar o absolutizar un aspecto de la realidad, un extremismo ideológico, no exento de odio hacia el “otro” . La selección española ha ganado la Eurocopa 2024 de fútbol, es fútbol nada más que eso. Ni somos mejores que nadie, simplemente es deporte. Pero, el racismo es algo que sigue presente en nuestra España y eso si que nos debería preocupar a todos y a todas.
Las Instituciones son aquello que nos une y nos garantiza la convivencia libre entre ciudadanos, las instituciones son las instituciones, esté al frente uno de derechas o de izquierdas. El Rey o el Presidente es una institución más. La continua descalificación al Presidente del Gobierno, al Gobierno; el insulto hacia cualquier oponente político con garantía institucional, suponen un deterioro del sistema democrático.
Un jugador de la selección española, como Dani Carvajal tiene la obligación como español de saludar como es debido al presidente que hemos elegido los españoles, le guste o no. Absolutamente incompatible con los valores de respeto y educación que el deporte representa. Si no quiere saludarlo, que se limite a quedarse fuera. Pero, un jugador que defiende los colores de España, no puede buscar la instantánea para atacar a una institución como es el Presidente del Gobierno y mucho menos seguir representando una camiseta que representa a toda España, a todos los españoles sin diferencia de ideas, creencias y lugar de nacimiento.
Durante la celebración de la selección española hoy lunes en la Plaza de Cibeles en Madrid por el triunfo en la Eurocopa 2024, el cántico liderado por dos jugadores de La Roja: Álvaro Morata y Rodrigo Hernández y seguido por el público de «Gibraltar español», es un factor negativo alimentado de fanatismos diversos que intenta mezclar españolismo, deporte y política, haciendo olvidar un merecido triunfo deportivo.
Si Gibraltar es español o no es un tema político, nunca deportivo. El territorio de Gibraltar es colonia británica tras el Tratado de Utrecht de 1713, en el que España cedía la ciudad y el castillo, pero no el istmo ocupado. La negociación entre España y Gran Bretaña sobre el futuro de este territorito es una cuestión política y que un triunfo deportivo sobre Inglaterra, no es el mejor lugar para mezclar «churras con merinas» .
El españolismo mezclado con deporte y política no puede representar una imagen distorsionada de la realidad, ni pretensiones hegemónicas, ni formas de pensamiento único y nunca olvidar los verdaderos valores del deporte: la equidad, el trabajo en equipo, la igualdad, la disciplina, la inclusión, la perseverancia y el respeto El fútbol es deporte, no es política.