La propuesta de Donald Trump sobre el desplazamiento forzoso y acogimiento en países vecinos de los palestinos de la Franja de Gaza, la toma de control para su reconstrucción y el convertirla en un resort. Es la continuación de las políticas sistemáticas del apartheid israelí, favoreciendo la expansión de colonias para judíos en tierras palestinas, vulnerando todos los derechos humanos. Con el apoyo, una vez más, de Estados Unidos, que se convierte en cómplice del genocidio de Israel contra el pueblo palestino, un éxodo palestino similar a la Nakba de 1948, cuando los colonos sionistas llevaron a cabo la expulsión de una parte significativa de la población palestina.
Tras el acuerdo de paz, después de más de 15 meses de genocidio, a los palestinos de la Franja de Gaza solo les queda volver a lo que queda de sus hogares reducidos a escombros. Su deseo de retorno y permanencia en su tierra natal constituye su derecho como pueblo y como símbolo de resistencia. Porque cuando Israel quiere expulsar o someter a los palestinos a un genocidio, intentan convencer a la comunidad internacional de su derecho a la autodefensa contra el movimiento de resistencia palestino Hamas, que no es más que una estrategia deliberada destinada a borrar la presencia palestina y borrar cualquier vínculo histórico que pudiera desafiar la narrativa del Estado de Israel.
La propuesta de Trump de querer convertir la Franja de Gaza en un resort o un parque temático para los judíos, es crear una distorsión histórica o negacionismo histórico, en la que no basta con el irrespeto, el genocidio, la segregación y la limpieza étnica, donde se pretende su desplazamiento forzoso y erradicar al pueblo palestino. La historia muchas veces se distorsiona y se modifica la verdad en pro de muchos intereses particulares, cuando pasen unos cuantos años, no se podrá afirmar lo falso, ni negar lo verdadero.
Algún día los libros de historia contaran como personajes como Netanyahu que tiene una orden de detención del Tribunal Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra en Gaza y que tiene cargos por soborno, fraude y abuso de confianza en Israel desde 2019 y Trump el primer presidente de Estados Unidos condenado y con cuentas pendientes con la justicia, puedan expulsar a los palestinos como la única solución viable para lograr la ansiada paz, despojándolos de su derecho a la autodeterminación y a la existencia de dos estados. La pregunta es ¿ qué hará la comunidad internacional para que no se produzca el éxodo palestino ? La respuesta es: nada.
Mientras exista el derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de EEUU, Rusia, China, el Reino Unido y Francia. Mientras en cuestiones de fondo se requiera que no haya ningún voto negativo de los Cinco Grandes, siempre irá en contra del derecho a proteger al más débil.
Da igual que en Estados Unidos gobiernen los demócratas o los republicanos, siempre tendrán ese derecho de veto en contra de los principios y propósitos de la organización internacional. Y, por supuesto favoreciendo las políticas expansionistas y bélicas de Israel.
El resort en la Franja de Gaza que pretenden Trump y Netanyahu, abre un abismo entre quienes estiman que es ilegal y quienes creen que el derecho internacional importa menos que dar la razón a Israel y expulsar a casi Dos millones de palestinos de la Franja de Gaza.
En la actualidad vivimos en una democracia global que interpreta las crisis con diferencias de interpretación jurídica. Donde es cada vez más difícil impedir crímenes de guerra, de lesa humanidad, depuración étnica o genocidio, reforzando la convicción de impunidad de quienes perpetran tales actos. Un presidente de Estados Unidos puede hacer lo que quiera, no tan solo por su poder económico y bélico, sino también por su chantaje a través de los aranceles a países terceros y su derecho de veto. Una forma de oligarquía que domina el mundo con total inmunidad.