Pedro Sánchez defiende en el Congreso su plan de calidad democrática para combatir la desinformación y los bulos, lo que significa de una u otra manera regular la actividad de los medios de comunicación. Lo que está claro es que la desinformación existe por parte de ciertos medios y que persigue persuadir a una determinada opinión pública en beneficio de determinada ideología y partidos políticos. En democracia la ciudadanía es quien otorga la legitimidad del poder, si la convencemos con mentiras, podemos orientar o cambiar su voto e incluso no respetar principios y derechos democráticos.
Cuando se dice «combatir la desinformación», estamos hablando de libertad de prensa, expresión e información gozan de protección en la Constitución Española (CE), en su Artículo 20 reconoce los derechos a «expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, escrito o cualquier otro medio de reproducción» y «comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión». Garantiza que «el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura». Las tres funciones básicas del periodista son informar, formar y entretener; estando protegidos por el derecho del acceso a la información, así como por la libertad de expresión y el secreto profesional, que garantiza la confidencialidad de las fuentes de información. El periodista tiene el deber de obtener la información que publica por medios legales y éticos, de informar de manera veraz, de rectificar aquellas informaciones que sean falsas o erróneas y además, tiene la obligación de ser totalmente independiente a la hora de informar.
Estos principios son contradictorios con la desinformación, pero resulta que los periodistas muchas veces no son totalmente independientes o las empresas que les pagan. Y, comienzan a faltar en los principios de veracidad, independencia, objetividad, imparcialidad, en la precisión y comunicaciones basadas en hechos, en el respeto a los demás, en la responsabilidad pública. Es cuando la libertad editorial se convierte en el sometimiento al interés partidista y particular. Las malas actuaciones deontológicas por parte de algunos medios de comunicación, empresas y periodistas provocan el desprestigio de esta profesión. Cuando el periodismo debe seguir cumpliendo la función social de proporcionar al ciudadano las herramientas necesarias para interpretar el mundo que le rodea no de interpretárselo de manera torticera.
Los medios de comunicación son unos instrumentos imprescindibles en una democracia, contribuyendo a la existencia de una opinión pública libre, que resulta indispensable para la vida democrática de un país y para que se produzca el pluralismo político. En España el periodismo y su regulación, sufrió durante el franquismo la censura . Durante la etapa franquista, los medios se veían sometidos a la censura y, en sintonía con ella, el ministro de Información Manuel Fraga aprobó la Ley de Prensa en 1966. Combatir la desinformación como forma de autocontrol puede limitar la libertad de expresión y no garantizar deontológico de la profesión, que no siempre alcanzará a garantizar la fidelidad y autenticidad de las noticias. Es mejor tener «fake news», mentiras y bulos que recortes y censura. De todas maneras, los ciudadanos tenemos que usar nuestra inteligencia…