Decía el gran novelista francés Gustave Flaubert, autor de Madame Bovary, de las banderas: «Tous les drapeaux ont été tellement souillés de sang et de merde qu’il est temps de n’en plus avoir, du tout» (Todas las banderas han estado tan manchadas de sangre y mierda que deberían desaparecer de una vez). No me gustan las patrias, ni las banderas, ni los himnos, ni las fronteras… No me gustan. Las banderas no me representan, las banderas delimitan fronteras, causan guerras, dividen y enfrentan a los humanos.
Creo que no está de más recordar esta frase de Gustave Flaubert, en estos días de exaltación de banderas, en esa guerra de banderas, en ese juego estúpido entre catalanes independentistas y españoles que cuelgan sus banderas en balcones y ventanas. Una corriente patriota que se enfrenta una contra la otra, sobre todo desde que intensificó el desafío independentista. La bandera más bonita que he visto estos días paseando por las calles, es la que no está.
Siempre me ha llamado la atención la bandera en una prenda de vestir, en la correa del reloj, en la pulsera, en una insignia, en un llavero o incluso en el coche. No entendí el entusiasmo de todo un país con el triunfo en la Final del Mundial de 2.010 contra Holanda: todo el mundo sacando su bandera y diciendo «soy español, soy español». Me molesta la exhibición de banderas, sea la española, la republicana, la senyera, la estelada o cualquier otra. No es un complejo que yo tenga, respeto a quien este orgulloso de su bandera y la exhiba, ni quiero encasillar al que lo hace. Para muchos la bandera es la dignidad de cada nación, de su historia, pero sigo pensando que las banderas dividen.
En esta España, en que la bandera española siempre ha estado apropiada por una derecha nacionalista española y antes con la bandera preconstitucional símbolo de una dictadura franquista. En esta España que se llenó de nuevas banderas regionales y autonómicas. En esta España, que la senyera era la bandera de Catalunya y ahora han querido cambiarla por una estelada. En esta España, que los que más se enorgullecen de bandera y patria son los más corruptos; en esta Catalunya que los que enarbolan la estelada son los que han votado, mantenido al PP en el poder durante años y tienen la misma corrupción que el PP.
No entiendo la guerra de banderas, que se haga el veto a productos catalanes aunque queremos que Catalunya sea España. No entiendo que se silbe en todos los campos de España a Piqué por su libertad de expresión. No entiendo que moleste que los catalanes hablen una lengua española que se llama catalán (Constitución española. Artículo 3.2: «Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos». No entiendo que la bandera española se cuelgue en un balcón para defenderse de quién, para defender la unidad de la patria. Tampoco entiendo que se exhiba una bandera republicana, aunque pueda significar un anhelo y este amparado por los artículos de la Constitución que consagran la libertad ideológica y la libertad de expresión. No entiendo que la bandera española preconstitucional no esté prohibida como repudio a la dictadura franquista, si esta no va acompañada de una conducta activa propia de un crimen de odio o discurso que ensalce la violencia o el odio. No entiendo que unos independentistas se apropien de la estelada para hacer frentismo y separatismo. No entiendo que una bandera sea de los buenos y la otra de los malos. No hablo de un mundo sin ley, hablo de un mundo sin símbolos que nos dividan.
Suscribo. Magnífica y contundente explicación. Más claro imposible. Enhorabuena Andrés.