El diccionario de la Real Academia Española define al terrorismo como una “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror” o como la “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”. La explosión sincronizada de buscapersonas y walkie-talkies contra las milicias de Hezbolá, durante la tarde del martes y el miércoles, se puede considerar terrorismo israelí. Supuestamente el Mossad, una de las agencias de inteligencia de Israel, intervinieron en la manipulación de los dispositivos, colocando explosivos en los aparatos o las baterías, provocando el caos en calles, comercios y hogares de todo el país. Ahora, existe psicosis de la posibilidad de que otros dispositivos, como cámaras, teléfonos u ordenadores portátiles, también pudieran haber sido equipados con explosivos.
Para unas personas un terrorista es un terrorista, y para otras es un luchador por la paz. Los palestinos siempre han legitimado el uso del terror haciendo referencia a la ocupación israelí y a otras causas políticas. Los israelís buscan la venganza, la guerra contra Líbano, estamos hablando del mismo terrorismo. No hay diferencia, es terrorismo indiscriminado, donde no importa quien muera, lo importante es sembrar el terror y que todo el mundo vea la muerte. No hay diferencia con los atentados de ETA o del IRA, donde podían morir fuerzas del orden o militares, pero por simpatía en una deflagración podían morir más inocentes. El terrorismo no distingue víctimas, todos los terrorismos son iguales, sean religiosos o nacionalistas.
El terrorismo sea árabe o israelí, no tiene disculpa, ni tiene explicación y debe ser siempre condenado. El terrorismo es un delito de lesa humanidad, que pretende la eliminación física de personas y crear un clima de temor e inseguridad que anule política y socialmente a los sectores a los que estas personas pertenecen. El objetivo del terrorismo israelí era matar a miembros de Hezbolá, pero al lado de ellos había mujeres, niños y hombres que quizás no tenían nada que ver con la formación política y paramilitar chií libanesa, cuyo fin declarado es combatir contra Israel. No sabemos si fue un ataque terrorista para comenzar la guerra contra Líbano o simplemente un aviso de Israel, porque sus servicios de inteligencia tuvieron constancia de que Hezbolá lo sabía.
Líbano e Israel no están en guerra desde el 2000, año en el que Israel se retiró de la franja sur ocupada en 1985. Sin embargo Hezbolá es uno de los mayores enemigos del Estado israelí desde su creación en el año 1982, en plena guerra civil en Líbano. Desde esa fecha mantiene enfrentamientos armados e incluso una guerra en 2006. Hezbolá muestra su apoyo a Hamás, a pesar de ser suní, con el único objetivo de intentar desestabilizar en el máximo grado posible a Israel, que le valieron para ser considerado por Israel, Estados Unidos o las naciones de la Unión Europea como organización terrorista, un término que no todos los países comparten. Existe la posibilidad de que se exista una escalada regional con unas consecuencias impredecibles.