De madurez repentina a obligación voluntaria.

El estado de alarma para hacer frente a la pandemia del coronavirus, fue una decisión que supuso un ejercicio de madurez repentina de los españoles, en las cuales nos vimos inmersos no por deseo sino por obligación. La decisión de aplicar el estado de alarma, como prevé el artículo 116 de la Constitución, era para frenar una emergencia que amenazaba la salud de todos. Se habló de madurez ciudadana, de responsabilidad de los españoles y españolas, se alabó sus cooperación para intentar frenar la pandemia. Pero, no fue una obligación voluntaria, sino que el Consejo de Ministros se reuniera de forma extraordinaria para decretar un estado de alarma, solicitando su autorización al Congreso de Diputados, con medidas de severa restricción al movimiento de personas y la actividad económica. Fue obligado y aún así costó 98 días bajar las cifras inquietantes de contagios y fallecidos. En total fueron cuatro fases (0, 1, 2…

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