Repetir algo muchas veces no lo convierte en verdadero, pero muchas veces se confunde la verdad, según las veces que se repita, en oposición con la información que escucha solo una vez. Cuanto más se repite algo, más fácil es pensar que es verdad. La repetición hace que las personas piensen que son más ciertas o más importantes. Si una idea se repite lo suficiente, llegaremos a creérnosla. Pero, lo peor es que una mentira convertida en «verdad», la desinformación repetida se convierte en algo cierto. Y, lo peor es que puede hacer cambiar nuestras percepciones. nuestros prejuicios y nuestro comportamiento sobre el tema. Tenemos un ejemplo claro durante la pandemia: la gente se creyó noticias falsas y teorías conspiranoicas sobre el coronavirus. Solo era cuestión del número de veces que se repitiera lo mismo.
Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)CIS, correspondiente al mes de septiembre. La inmigración se ha convertido en el principal problema del país para los españoles, desbancando al paro. Desde julio, la inmigración habría pasado de ser la novena preocupación para los españoles a la primera. La suma de quienes la señalan como uno de los tres principales problemas del país ha pasado de un 11,2% en junio a un 30,4 % en septiembre. Lo completan los problemas políticos en general (20,6 %) y el paro (20,1 %).
En un mundo de la información y de las redes sociales, repetir algo lo hace cierto. Utilizamos nuestra base de conocimientos: medios de comunicación, una vista rápida en las redes sociales y unas búsquedas en Google, para llegar a tomar una decisión o un cambio de opinión, según las pruebas existentes. Para llegar a una supuesta verdad, recurrimos a innumerables ataques heurísticos. Cuando estamos expuestos repetidamente a la misma información, la convertimos en más creíble o importante.
Vemos imágenes de inmigrantes en cayucos, personas corriendo para atravesar una valla, jóvenes nadando para esquivar una frontera, miembros de las ONG atendiendo a seres humanos que han decidido dejar todo o nada por llegar a España… Declaraciones del presidente de Canarias Fernando Clavijo que reclama más recursos y reparto de menores inmigrantes a otras comunidades. Al archipiélago canario, en lo que llevamos de año, más de 30.700 personas han llegado a las islas, especialmente a partir de agosto. De seguir la tendencia se superarán las cifras registradas durante la denominada crisis de los cayucos en 2006, cuando llegaron más de 31.000 personas.
Después están las declaraciones políticas del Partido Popular que quieren potenciar la «inspección fronteriza» para frenar los aluviones de inmigrantes ilegales que entran en España cada año. Una extrema derecha que declara la presión migratoria como una «situación de interés para la Seguridad Nacional». Aparte, de los mensajes xenófobos, racistas y de odio en las redes sociales. Por su parte, la izquierda pone el foco en la integración de los inmigrantes, en la protección de los derechos humanos, abordando las situaciones de discriminación y vulnerabilidad en la que se encuentran las personas inmigradas. Repetir noticias, imágenes, comentarios una y otra vez, internet es un caldo de cultivo de rumores falsos, teorías conspirativas y mentiras descaradas, y ninguno de nosotros es inmune.
Entre todos estamos cambiando la percepción de la inmigración, de ser algo beneficioso que permitía aumentar y rejuvenecer la población, incrementar la producción y nivelar las finanzas públicas, a verlo como un peligro. Aparte de ser un colectivo heterogéneo que se enfrenta, tras su llegada a España a problemas de educación, empleo, salud, vivienda…, que garantizan su inclusión social y que muchos creen que perjudica al resto de españoles. Repetir algo lo hace cierto, influenciando a la opinión pública sobre cuestiones políticas y económicas, con informaciones erróneas que la gente se lo cree, simplemente porque se dice.