El 31 de octubre de 1978, el pleno del Congreso aprobaba el dictamen de la Constitución Española por 325 votos a favor, seis en contra y 14 abstenciones. Alianza Popular se partió en tres en esta votación: de sus 16 diputados, ocho votaron a favor, cinco en contra y tres se abstuvieron. El otro voto en contra fue de Euskadiko Ezkerra (EE), considerada la rama política de ETA político-militar. Pero, todos no votaron la Constitución, ni estaban de acuerdo con ella: la abstención del PNV y de Esquerra Republicana de Catalunya y el voto a favor de Minoría Catalana, lo que ahora conocemos por Junts. 46 años después, el PP apuesta por la defensa de la Constitución, mientras ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG, Podemos y Vox, muestran su rechazo a la Constitución Española.
El Gobierno y el partido UCD pusieron en marcha una intensa campaña en favor de la aprobación de la Constitución de la concordia y el consenso. El Partido Socialista de Felipe González, el Partido Comunista liderado por Santiago Carrillo, la Minoría Catalana con Jordi Pujol apoyaron «sí» a la Constitución. también apoyó con decisión el proyecto fue uno de los más implicados en la campaña. Por el contrario, el PNV, EE y ERC pidieron la abstención en el referéndum de ratificación del 6 de diciembre de 1978. Quedaba una parte de la población, vinculada con las ideas del franquismo. Pero, el 6 de diciembre de 1978, salió aprobada por amplia mayoría, el 58,97 % del censo electoral votaba ‘sí’ a la Constitución.
Una Constitución que se dice del consenso, donde de los siete padres de la Constitución, solo dos eran de izquierdas, un nacionalista catalán y el resto eran hombres de la derecha tradicional, ninguna mujer: tres representantes de UCD (Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca, Gabriel Cisneros Laborda); uno del PSOE (Gregorio Peces-Barba Martínez); uno de Alianza Popular (Manuel Fraga Iribarne); uno del PCE (Jordi Solé Tura); y otro de CDC (Miquel Roca Junyent). Para garantizar la existencia de un Estado democrático, concretando y desarrollando sus instituciones, con el espíritu de la transición. Pero, también el triunfo del conservadurismo, perpetuando al pie de la letra la presunción de Franco de que, a su muerte, todo quedaba atado y bien atado, con la coronación de Juan Carlos I.
La Constitución fue aprobada por los miembros de las formaciones políticas con representación en las Cortes Generales. El siguiente fue que los ciudadanos votaran para tener la Carta Magna tras cuarenta años de dictadura. Durante 46 años la Constitución ha asegurado que la soberanía reside en el pueblo y sólo en el pueblo, que todos los ciudadanos españoles son iguales en derechos y deberes, aunque el rey carece de responsabilidad penal. Donde se creó el Estado de las Autonomías, por no crear un Estado federal y soliviantar al Ejército. La Constitución ha producido a lo largo de los años, el paso de una sociedad franquista a una democrática. La Constitución no es perfecta, pero es un marco amplio y flexible, que da cabida a todos y a todas, que permite que las piezas encajen. Ha garantizado 46 años de convivencia, democracia y de progreso.
La Constitución Española no es de todos, pero es para todos. Hacen falta reformas y los partidos políticos tienen la responsabilidad de articular dichos cambios. Una gran mayoría de partidos políticos están a favor de esta Constitución, aunque, partidos nacionalistas y a la izquierda del PSOE quieren reformarla, cargando con el sambenito de enemigos de la Constitución. Pero, los realmente enemigos de la Constitución son los que aún denominándose «constitucionalistas», no la cumplen.
Aparte, está Vox, a los que no les gusta esta Constitución y su advertencia de que piensa violarla cuando lleguen al poder: el título 1, sobre la pena de muerte; el artículo 2, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones; el artículo 3, que establece la oficialidad de las lenguas de las comunidades autónomas; el artículo 14 que dice: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición personal o social»; el artículo 16, que garantiza la libertad ideológica; el artículo 20, que hace lo mismo con la libertad de expresión, y el artículo 22, que protege el derecho de asociación. A la extrema derecha no les gusta esta Constitución, no les gusta la democracia y esos son los principales enemigos del progreso y la convivencia.
Tenemos que hacer valer más que nunca nuestra Constitución y los artículos referentes a los derechos y libertades. Derechos de mujeres, del colectivo LGTBI, de inmigrantes, de personas con discapacidad, de la memoria histórica… La democracia está siendo amenazada por el avance de la extrema derecha, es necesario educar en valores, igualdad, solidaridad y libertad.
En este momento, de tanta desinformación y bulos, es muy importante que la juventud sepa que la ideología de la extrema derecha solo quiere supresión de derechos y libertades. Se vanaglorian del pasado, de la dictadura franquista, de «una, grande y libre». A la extrema derecha no les gusta esta Constitución, ni ninguna. Por eso, yo defiendo esta Constitución, porque sin ella no hay ni libertad, ni democracia.