La dimisión, la renuncia a su escaño y la decisión de abandonar la política institucional de Iñigo Errejón por unos supuestos comportamientos machistas, es un triunfo del feminismo sobre la traición de un político, que nos ha engañado a todos y a todas. Respetando siempre la presunción de inocencia, Errejón ha sido durante diez años un referente político, del cambio social y también del feminismo: desde el 15-M, en Podemos, con la creación de Más Madrid y ahora finalmente como portavoz de Sumar en el Congreso, donde parece que su comportamiento ha sido contrario a lo que él mismo promulgaba o como dice en su carta de despedida: «he llegado al límite de la contradicción entre la persona y el personaje».
Errejón es un traidor para la gente progresista de este país, que afirmaba que: “el movimiento feminista es el mayor y mejor soplo de aire fresco para democratizar nuestro país”, donde «las mujeres de este país no tienen por qué ser víctimas ni heroínas, sino ciudadanas de pleno derecho» y después, supuestamente, ha demostrado ser un machirulo. Un personaje donde su discurso de género no ha sido coherente y que se deslegitima con sus posibles actuaciones machistas.
Hablar de teoría es hablar de hipótesis que se enuncian intentando explicar un fenómeno, y se exponen para ser contrastadas con la realidad. La práctica es la aplicación de la teoría para comprobar su autenticidad y validez. Errejón nos ha traicionado y nos ha engañado a los que algún día pudimos confiar en políticos como él. Sin embargo se ha dejado envolverse de contradicciones, olvidando los principios y quedando desgajados de la práctica. El machismo está presente en la izquierda, en la derecha, en las clases acomodadas y las más pudientes. Pero, parece que la izquierda esté asociada a los cambios sociales que benefician a las mayorías, que nos hacen a todos más libres. iguales y justos. Por, eso la traición de Errejón duele un poco más.
En una sociedad donde es necesario apostar por desmontar las relaciones sociales de dominio de base patriarcal, donde la mayoría de hombres sobre las mujeres es muy notable en todos los puestos del poder, donde aún no existe una liberación económica, sexual y reproductiva de las mujeres, donde aún seguimos hablando de la lucha porque las mujeres tengan los mismos derechos y accesos que los hombres. Es una buena noticia que un político dimita por la presión del feminismo, en definitiva por las mujeres.
Nevenka Fernández fue concejal de Hacienda por el PP, en el ayuntamiento de Ponferrada entre 1999 y 2000. En diciembre de 2000, dimitió de su cargo y emprendió una batalla judicial para defenderse de un alcalde acosador. A Nevenka nadie le creyó, tuvo que sufrir a una clase política cómplice con el acoso y a una sociedad que organizaba manifestaciones para defender al alcalde acosador. Casi 25 años después, la sociedad cree a la víctimas y rechaza a los acosadores. Errejón es un traidor a las ideas progresistas y feministas, en eso poco han cambiado las cosas, pero por suerte la sociedad ha cambiado, es el triunfo del feminismo.
Errejón tiene que pedir perdón por todas las acciones contra las mujeres por acoso, violencia, abuso, superioridad o cualquier otra condición contra ellas. No vale el victimizarse hablando que el problema es la “sociedad neoliberal” que crea “subjetividades tóxicas”. Errejón es el supuesto culpable de machismo y las víctimas son las inocentes, las que esperan sus disculpas y la sentencia de la justicia.
Da igual si el acosador hubiera sido de derechas o de izquierdas, es un hombre que ha faltado el respeto a las mujeres, una barbarie normalizada en esta sociedad que llega al asesinato de mujeres por misoginia. Necesitamos políticos y políticas, activistas, luchadores contra la corrupción, la impunidad y la vulneración de los derechos de la mujeres, donde sean símbolo de lucha de la sociedad y que sean capaces de cambiar el rumbo.
Errejón nos ha engañado a todos y a todas, no le han importado las mujeres, ni sus ideas, ni su partido. Ahora, la justicia tendrá que poner las cosas en su sitio, el daño ya está hecho. Solo queda el consuelo, de que el feminismo ha conseguido que un supuesto acosador sea reprobado por todos y todas,