Pedir disculpas a México por los abusos cometidos durante la Conquista española, después de más de 500 años, simplemente es cuestión de dignidad. La dignidad se constituye en el fundamento de los derechos humanos, que sirve también, para cualquier momento histórico pasado, independientemente del paso del tiempo y las condiciones económicas, culturales, sociales y políticas de la época. No se puede evitar el daño producido, pero si el efecto facilitador del perdón que tienen las disculpas. No pasa nada por pedir disculpas por la conquista sobre los pueblos indígenas de México, por la crueldad al servicio de la política española, sus intereses económicos y el fanatismo religioso. Hablar de genocidio, en ese contexto no tiene sentido, porque es un término moderno basado en cómo lo entendemos hoy, simplemente es reconocer una verdad histórica: la valoración negativa actual hacia un comportamiento que se llevó a cabo hace 500 años.
No debería ser humillante para España pedir perdón, no es una cuestión de orgullo, ni de culpa, ni de vergüenza, simplemente la disculpa histórica sobre algunos rasgos de nuestro pasado. Una leyenda negra en torno a la presunta barbarie del imperio español entre los siglos XVI y XVII, sobre todo a partir de su llegada a América. Una leyenda que ha perdurado en el tiempo y que ha dañado la reputación de España en América. Si hablamos tanto de la hermandad entre México y España, el problema de estas interpretaciones es tender a pensar en términos actuales, cuando pedir disculpas es simplemente una forma de tomar conciencia del daño al otro y de no aferrarse al orgullo y a la soberbia, la cual hace valorarse por encima de los demás y negar la empatía con los otros. En realidad, la presencia de España en América duró tres siglos, hubo tiempo para la capacidad integradora, pero también para la explotación colonial con el trato a los indígenas y el papel poco honroso de algunos hombres de la Iglesia.
El presidente de México Andrés Manuel López Obrador solicitó al rey Felipe VI de España y al papa Francisco, en marzo de 2019, que pidieran perdón a los pueblos originarios de México por los abusos cometidos durante la Conquista del país, hace 500 años, que ahora se conoce como derechos humanos. El gobierno de España respondió con un comunicado en el que lamentó que la carta se hubiera hecho pública y afirmaba «rechazar con toda firmeza» su contenido. Por supuesto, el Jefe del Estado , es decir, el rey Felipe VI no respondió, porque es el Gobierno de España el que habla por él.
Ahora, para la toma de posesión de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, el Gobierno de España ha comunicado que tras invitar al Gobierno de España pero, no invitar a la Casa Real, que no enviará representación oficial «a ningún nivel» en la ceremonia del próximo 1 de octubre, por no haber contestado a la carta de Andrés Manuel López Obrador. Nuestra Constitución define a la monarquía española como una monarquía parlamentaria, en la que el Rey, en tanto que Jefe del Estado, es el símbolo de su unidad y permanencia y el arbitro y el moderador del funcionamiento de sus instituciones, asumiendo la más alta representación del Estado español en sus relaciones internacionales. El Rey tiene atribuidas toda una serie de funciones, pero de hecho, el Rey se limita a dar la forma jurídica constitucionalmente prevista en cada caso, que pertenecen a otros poderes del Estado. Es el Gobierno de España el que hubiera tenido que pedir las supuestas disculpas a México.
Sin embargo el Papa Francisco como cabeza visible de la Iglesia Católica y padre espiritual de todos los fieles, en octubre de 2021, celebrando los 200 años de la independencia de la nación, pidió por carta, perdón por los «pecados» cometidos por la Iglesia Católica en el país mexicano. Asegurando que «tanto mis antecesores como yo mismo hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización». Donde el Papa Francisco reconoce los errores cometidos en el pasado por la Iglesia. Cosa que no puede hacer Felipe VI, sin la autorización del Gobierno de España.
Varios países como Portugal, Países Bajos, Alemania, Bélgica o Francia han pedido perdón por su pasado colonial y no ha pasado nada. ¿ Por qué España no pide perdón ? El problema entre México y España es un problema con el pasado colonial, que se zanjaría con unas simples disculpas en términos históricos, superando polémicas y conflictos entre países. No pedir unas disculpas por parte de España y no enviar representación oficial a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, puede crear un problema diplomático actual, que supone además un desprecio y falta de respeto al pueblo y el estado mexicano. Quizás España sigue pensando aún en los territorios de ultramar, en clave de desigualdad y pensando desde un colonialismo ya caduco. México y todo el resto de latino América se merecen la disculpa histórica de España.