Desmemoria y memoria del 23-F.

Ahora, que Donald Trump quiere reescribir la realidad de la guerra de Ucrania, culpando a Zelenski en vez de a Putin de haber provocado la guerra y llamando dictador a quien ganó las elecciones democráticamente. Y, que Vox defiende que el franquismo fue «una etapa de progreso para lograr la unidad nacional». Tenemos que tener cuidado con la desmemoria y memoria del 23-F, 44 años después. Un suceso para no olvidar, en el que un lunes 23 de Febrero de 1981, un grupo de militares y guardias civiles, con el apoyo de personajes importantes del régimen franquista y políticos de la época, dieron un golpe de Estado que fracasó, pero del que aún hay demasiados secretos de Estado que desconocemos, ahora que homenajeamos el 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco.

Eran tiempos de inestabilidad y de poca confianza en el gobierno de UCD y algunos actores políticos y sociales,  buscaban un cambio institucional a la presidencia de Adolfo Suárez. Se hablaba de golpe de Estado o de gobierno de salvación, al margen de las urnas. La dimisión de Suárez, conocedor de las intenciones del general Alfonso Armada, de ser el presidente de ese gobierno de concentración, se quiso frenar con la designación de Leopoldo Calvo Sotelo como candidato de la UCD a la Presidencia del Gobierno, haciendo inviable el proyecto de Armada para ser presidente del gobierno de forma legal. El teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina, con tricornio y pistola en mano tomó el Congreso: ¡Quieto todo el mundo!, dio la orden de ¡todos al suelo! y efectuó un disparo al aire, seguido por ráfagas de ametralladora de los guardias asaltantes. Todos presentimos lo peor, yo había jurado bandera como recluta el domingo 22, en el CIR número 1 de Colmenar Viejo, en Madrid, en el cual ya había «ruido de sables».

Las fuerzas antidemocráticas pertenecientes a distintos ámbitos de la sociedad, desde medios de comunicación, económico, financiero, político y militar, donde el Jefe del Estado, el rey Juan Carlos I, según testimonios de algunos implicados en el golpe de Estado, estuvo informado. Propiciaron que el 23 de febrero de 1981, el gobierno y el parlamento quedaran secuestrados, produciéndose un golpe de Estado, donde el capitán general de la III Región Militar, Milans del Bosch publico un bando, declarando el estado de guerra, sacando los tanques en Valencia y recabando el apoyo de otros capitanes generales para que hicieran lo mismo en sus regiones militares. El general  Alfonso Armada y Comyn acudió a las inmediaciones del Congreso de los Diputados para proponerse como presidente del gobierno ante los diputados, pero Tejero no estaba de acuerdo con la composición del gobierno que el general le presentó, compuesto por políticos socialistas y comunistas.

A partir de ese momento, el rey y la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM), trataron de evitar por todos los medios que se sumasen nuevas fuerzas a los golpistas, especialmente  la unidad más poderosa del Ejército español,  la División Acorazada (DAC) Brunete nº 1, que mandaba el comandante de Infantería Ricardo Pardo Zancada, que estaba informado por Milans del Bosch y dispuesto a secundar a Tejero. El rey Juan Carlos I se vio obligado a clarificar su posición, hablando por televisión a los españoles y desautorizando a los golpistas. El golpe había fracasado. Muchas veces “uno vale más por lo que calla que por lo que habla», yo era policía militar en la Compañía Nº 11, en el cuartel que se encontraba en el Paseo de Extremadura 437, en el barrio de Campamento en Madrid, donde teníamos la custodia de Antonio Tejero Molina, durante el consejo de guerra del 23-F, donde sólo fueron imputados las cabezas y participantes visibles en el golpe de Estado, donde la desmemoria hizo que no todos los comprometidos en el mismo fueran juzgados. La desmemoria y la amnesia, es lo peor que puede sobrevenir a un pueblo. Franco en su testamento político, dejaba todo atado y bien atado en manos del rey y él se convirtió por arte de birlibirloque, con maestría y como por arte de magia, en el salvador de la patria y de la democracia. Blanco y en botella.

Los golpistas quisieron recuperar los principios del movimiento nacional y el espíritu del 18 de julio. El golpe no funcionó, se cerró rápidamente con el consejo de guerra que empezó en febrero de 1982, en el Centro Geográfico del Ejército, sin investigar, con desaparición de pruebas, con secretos del Estado aún sin esclarecer. La democracia se fortaleció y comenzó una amnesia voluntaria, una desmemoria colectiva hasta nuestros días. En estos tiempos de desmemoria, me pregunto si ahora sería posible otro golpe de Estado, ahora que hay tanto patriota de la derecha y extrema derecha que atacan al gobierno legítimamente elegido, después de repetidas elecciones generales, calificándolo de «social-comunista», y acusándolo  de estar poniendo en «grave riesgo la unidad de España y el orden constitucional». Una campaña de acoso y derribo al Gobierno de Pedro Sánchez, que esperemos nunca acabe con otro golpe de Estado, como hizo el dictador Francisco Franco en julio de 1936, con tantos defensores como tiene en la actualidad.

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