La estrategia del acoso y derribo político consiste en fijarse como máxima prioridad desalojar al inquilino de La Moncloa en beneficio propio. En la tauromaquia, existe esta disciplina, con dos jinetes: «garrochista» y «amparador», que tienen la la misión de derribar a la res. El garrochista entra por el lado derecho del animal, mientras el amparador tiene la misión de acosar por el lado izquierdo a la res, para atajar la dirección del animal y cruzarse ligeramente, favoreciendo que en su carrera el garrochista le derribe, utilizando ambos, una herramienta que se llama garrocha, que consiste en una barra de unos 3 metros de largo con una puya bien afilada en uno de los extremos. Una tradición vergonzosa que aún pervive en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León, de acoso y derribo a una res de ganado vacuno, como forma de maltrato animal.
Resulta que lo que se considera maltrato animal, se utiliza en política: el acoso como forma de perseguir con empeño y sin dar tregua al adversario político, intentando derribarle. Descalificándole de forma absoluta, sin piedad, a nivel político, personal y familiar. Todo vale. El acoso y derribo, implica acritud, radicalización, resentimiento e incluso odio que convierte a la política en algo que no interesa a la mayoría e incluso crea rechazo. Porque los políticos en general, son personas íntegras que intentan mejorar la vida de la gente que es, en definitiva, de lo que trata la política. Puede haber, diferentes formas de ver las cosas, según la ideología de cada uno, pero lo que está claro es que siempre debería haber un respeto y no ver al adversario político como un enemigo irreconciliable.
El «todo vale» impide resolver problemas, porque al final la ciudadanía deja de creer en la democracia, en sus instituciones, en sus políticos y en la política en general, que es la herramienta para resolver sus problemas y mejorar la vida de la gente. Cada acción de “acoso y derribo” crea una nueva, sea «garrochista» o «amparador», sea derecha o extrema derecha. Con su populismo, criminalizan al Gobierno y lo señalan como causa de todos nuestros males, su demagogia pretende cambiar a los que han sido elegidos democráticamente, con bulos, mentiras, desprestigiando al adversario político y con la presunción de culpabilidad, intentando judicializar la política y no conformándose con los cauces democráticos. Si quieren cambiar el Gobierno de Pedro Sánchez, solo necesitan que pierda el voto de confianza en el Congreso o esperar a unas nuevas elecciones. El acoso y derribo con los animales es maltrato animal, en la política es un instrumento para atacar la democracia.