Nos equivoquemos, cuando se dice: «el pueblo salva al pueblo», el lema de rabia y resiliencia que se extiende en las zonas arrasadas de Valencia. No, el pueblo no salva al pueblo, solo el voto salva al pueblo: lo salva la democracia y sus instituciones. El pueblo puede salvar al pueblo, pero a través de la administraciones que pagamos todos con nuestros impuestos. No podemos confundir la solidaridad entre ciudadanos, con la responsabilidad del Estado de salvaguardar a sus ciudadanos. Decir que “solo el pueblo salva al pueblo”, es atacar al propio Estado, es crear desconfianza sobre las instituciones, es lo mismo que reconocer que estamos en un «Estado fallido», y España aunque le pese a la extrema derecha no lo es.
Un Estado fallido es aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento por su falta de autoridad, su incapacidad para controlar su territorio, su pérdida ante la comunidad internacional o no poder prestar los servicios básicos a la población. Está claro que España no reúne ninguna de dichas características, pero la extrema derecha se empeña en echar las culpas a la descentralización de competencias entre el Gobierno central y los ejecutivos autonómicos.
Entonces la derecha y la extrema derecha, añaden un matiz: «no somos un Estado fallido, tenemos un Gobierno fallido». Un Gobierno que tiene recursos públicos estatales para enfrentarse a una catástrofe como la de la Comunidad Valenciana, pero que no está dispuesto a actuar. Olvidando que la responsabilidad en un Estado de Alarma 2, es del gobierno autonómico y que la Generalitat Valenciana no ha declarado el máximo nivel de emergencia que permite su legislación para que asuma la gestión el Gobierno de España.
Por lo tanto, si no somos un Estado fallido y el supuesto «Gobierno fallido» no tiene una responsabilidad directa en esta crisis. Entonces solo le queda a la derecha vender la idea de que «el pueblo salva al pueblo» para despreciar la labor de las instituciones: UME, Protección Civil, servicios sanitarios, AEMET, DGT, IGN, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y otros organismos científico – técnicos sin los cuales es imposible reparar los daños de una catástrofe. El pueblo solo, no salva al pueblo, solo el voto y sus instituciones lo hacen.
Es admirable ver cómo las personas nos hermanamos de manera solidaria en los momentos difíciles, saber y ver que podemos contar con los demás en los momentos más críticos, Es frecuente que la solidaridad surja en guerras, epidemias, desastres naturales y otras condiciones extremas. Las personas se hermanan y se unen en una causa común, en defender, ayudar y brindar toda clase de apoyo a los necesitados, Un compromiso moral de ayudar a alguien, España es un país solidario y se ha demostrado en la Comunidad Valenciana,
Cuando nos encontramos en situaciones críticas, sale a relucir lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. La solidaridad entre vecinos, la solidaridad de miles de voluntarios, ha sido necesario en las primeras horas y días de esta catástrofe. Una contribución para hacer frente a las muy duras situaciones por las que tantas personas están pasando en estos momentos. La solidaridad representa la base de muchos valores humanos, pero no se puede manipular la solidaridad. La solidaridad no es «el pueblo salva al pueblo», es una acción de amor, de amistad, de colaboración, de ayuda, pero son las instituciones que hemos creado en la sociedad, las que realmente ayudarán definitivamente. Lo demás es solo populismo.