El 6 de enero se recordará por la agresión en el Capitolio, sede de la democracia de EE. UU., por parte de un grupo de partidarios del presidente saliente Ronald Trump. Lo que comenzó como un boicot en el proceso de certificación del resultado electoral del presidente electo Joe Biden para evitar su investidura el 20 de enero, ha parecido un intento de golpe de estado a la llamada democracia más antigua del mundo. Trump con su oposición a la ratificación del triunfo del presidente electo, ha querido impedir el resultado electoral y que Biden ocupe el Despacho Oval, denunciando un supuesto fraude y prometiendo seguir peleando por mantenerse en el poder. La multitud atacando el Capitolio, ha sido no solo una agresión a la democracia, sino el resultado de un presidente que nunca ha creído en ella.
El presidente Trump se había dirigido a la multitud para insistir en su teoría del robo, fue él el que pidió a sus seguidores que ajustaran cuentas bajo el eslogan de «Salvemos América» contra el supuesto pucherazo. Después el mismo que alentó a los manifestantes, pedía que se retirasen, pero manteniendo su teoría. La extrema derecha norteamericana como los Proud Boys quieren seguir manteniendo el «privilegio de los blancos», alentados por Trump, y una forma de entender el racismo en los Estados Unidos. Porque son los blancos los que siempre han estado en una posición de poder, este es el poder blanco en contra de las minorías de negros. sudamericanos y asiáticos, que se convertirán en poco tiempo en una mayoría. Ese es el temor que tiene Trump y sus seguidores, no perder una América que está pensada para seguir manteniendo los privilegios de los blancos.
La democracia debe respetar a todas esas personas que votaron por Trump y que le hicieron presidente, pero no a los que defienden la agresión al Capitolio. Recordemos que aún perdiendo en estas últimas elecciones Trump consiguió el 46,9 % de los votos contra 51,4 de Biden, Los más de 74 millones de americanos y americanas que votaron por los republicanos, merecen un respeto democrático, gente que tienen miedo de perder sus privilegios, que han perdido sus trabajos, que tienen menos dinero y que tienen miedo a los negros, a los sudamericanos, a los asiáticos, al comunismo… Un sentimiento de odio, motivado por un resentimiento racial y por miedo a perder su estatus. Gente privilegiada y muy privilegiada que sin embargo sienten que pueden perder sus beneficios por el cambio social de los demócratas. La sociedad norteamericana está dividida por el discurso populista de Trump, pero sobre todo porque cada vez es una sociedad más diversa que pone en «peligro» el privilegio de los blancos. Y, que ven amenazada su condición privilegiada y la imagen que tenemos de Estados Unidos, por lo menos hasta ahora.