Agredir sexualmente sale barato.

Luis Rubiales es condenado por agredir sexualmente a Jenni Hermoso por un beso no consentido, con una multa de 10.800 euros y la prohibición de acercarse a la jugadora en un radio de 200 metros, así como no comunicarse con ella durante un año. Una agresión sexual delante de todo el mundo, con más de 5,6 millones de españoles delante del televisor, empañando la mayor gesta de la historia del deporte femenino en España. Un juicio tan mediático como lo ha sido el de Rubiales, era la oportunidad perfecta para un fallo ejemplar y demostrar que agredir sexualmente a una mujer debe tener consecuencias. Pero, no ha sido así, simplemente 18 meses de multa con cuota de 20 euros al día y una indemnización de 3.000 euros por daños morales a la jugadora.

Las violencia sexual no tiene que ver con estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Forma parte de una estructura social patriarcal y por el hecho de ser mujeres. Rubiales cometió una secuencia de errores maleducados, groseros y machistas en la celebración de la Copa Mundial Femenina de la FIFA de Australia y Nueva Zelanda 2023, desde tocarse los genitales en presencia de la reina Letizia y la infanta Sofía, todavía menor de edad, para mostrarlo como signo machista de alegría; la confianza excesiva de abrazar a la reina por detrás y pasarle el brazo por toda la espalda; y además inmovilizar la cabeza de Jennifer Hermoso para darle un beso no consentido. Sin olvidar todas las declaraciones de Rubiales, restando importancia a todo y atacando a todos los críticos sobre su actuación.

La Justicia ha condenado a Rubiales por agresión sexual y eso es una buena noticia, pero no es lógico que la multa sea la más baja contemplada para este tipo de delito, lo que transmite que las agresiones sexuales pueden tener consecuencias económicas ridículas para el agresor. Pagar de multa 10.800 euros se aleja mucho de los dos años y seis meses de prisión que pedía la Fiscalía por los delitos de agresión sexual y coacciones. Se olvidan que Jenny Hermoso ha sufrido el miedo al acoso y las represalias que siempre persiguen a las víctimas, y que hay que responsabilizar a quien ejerce la violencia y nunca a quien la sufre. El reconocer que Rubiales es un agresor sexual es una victoria para las mujeres, pero sin embargo es insuficiente.

Han condenado a Rubiales por agredir sexualmente a Jenni Hermoso por un beso no consentido con una multa ridícula, delante de 5,6 millones de testigos y absuelto de las coacciones. Coacción es todo el que con violencia obligue a otro a hacer lo que no quiere y lo que está indubitado es que el beso en la boca que le dio a la jugadora Jenni Hermoso no fue consentido. Además, de todas las consecuencias de las acusaciones de amenazas y coacciones a la futbolista Jenni Hermoso por el entorno de Rubiales, que el juez no ha reconocido. ¿ Qué pasará con las mujeres que sufren violencia machista en un juicio que no es tan mediático, sin testigos, que son amenazadas y que son revictimizadas en el juicio y en la sociedad ?

Pensemos en todas esas mujeres que no denuncian o las que interponen una denuncia, que implica energía y consecuencias emocionales para ellas, al no sentirse preparadas para enfrentarse y sostener el proceso judicial. Pensar en las que no se tienen pruebas suficientes para denunciar, su sentimiento de culpa o vergüenza a causa de la violencia recibida, la falta de confianza en la respuesta del sistema judicial y un largo etcétera. Hemos de agradecer a Jenni Hermoso su valentía, que haya obtenido el reconocimiento de lo sucedido, aunque la restitución del daño sufrido sea ridículo, para que nunca queden impunes las violencias y que los agresores tengan que asumir las consecuencias de sus actos.

Que el machismo mata es un hecho, que la impunidad y que una condena liviana puede alentar a repetirlo, De nada sirve el discurso contra la violencia de género, si la Justicia no aplica sentencias más justas contra el machismo y el abuso de poder. En definitiva, la sentencia de la Justicia dice que Luis Manuel Rubiales Béjar es un agresor sexual, aunque le salga demasiado barato.

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