Siempre nos quedará Paris.

siempre nos quedará Paris«Siempre nos quedará Paris«, es una frase emblemática, a menudo asociada con un recuerdo romántico compartido y una promesa de mantenerlo en el corazón, originada en la película de 1942 «Casablanca«, en el diálogo de despedida entre Rick Blaine (Humphrey Bogart) e Ilsa (Ingrid Bergman). Hoy han finalizado los Juegos Olímpicos Paris 2024, tras 19 días de competición, con la que presumía ser la mejor ceremonia de inauguración de la historia, a través del río Sena y no en un estadio olímpico, como es habitual, con una arriesgada propuesta. Todo comenzó con la creación de su logo, donde el color dorado evoca una medalla de oro, y la llama representa la llama olímpica, donde vemos un rostro femenino que hace alusión a ‘Marianne’, la personificación de la República Francesa. Con el objetivo de destacar que los Juegos de 2024 fueran un ejemplo de paridad de género efectiva, recordando que en París 1900 se permitió por primera vez la participación de mujeres en los Juegos Olímpicos.

París vuelve a ser sede de los Juegos Olímpicos luego de 100 años, una ceremonia de inauguración que quiso representar los valores olímpicos, pretendiendo provocar una reflexión sobre la tolerancia, la inclusión y la diversidad, donde la ultraderecha de Francia y varios países europeos interpretaron como una ofensa a los cristianos. Donde el momento que suscitó más críticas fue la escena que llevó por título «Festividad» y que recordaba la última cena de Jesucristo con sus apóstoles, sustituidos por drag-queens y una modelo trans. Con un cantante con el cuerpo pintado de azul y con guirlandas de hojas y frutas, asemejándolo a Dioniso, el dios griego que simboliza el vino y los placeres carnales. A lo mejor tenía poco que ver con unos juegos olímpicos, pero si con la libertad y con unos valores de diversidad, tolerancia e inclusión. Francia es un Estado laico, donde existe una neutralidad del Estado como principio relacionado con la libertad, igualdad y fraternidad.

La Carta Olímpica es la norma reguladora del Movimiento Olímpico, que contiene los principios fundamentales. Es su cumplimiento la que marca que un país pueda participar o no. El conflicto palestino-israelí y la guerra entre Rusia y Ucrania parece que han tenido una  «doble vara de medir», negando que los deportistas rusos porten su bandera y, en consecuencia, que participen como país en París 2024 por la invasión de Ucrania. Aunque, 15 atletas rusos y 17 bielorrusos desfilaron formando el equipo de Atletas Neutrales Individuales. Pero, Sin embargo el conflicto entre Israel y Palestina que lleva décadas, no importa al olimpismo las más de 38.000 víctimas palestinas. La ONU, cada dos años, durante el otoño que precede a cada edición de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de verano e invierno, adopta una resolución en la que se insta a la observancia de la Tregua Olímpica que invita a los Estados miembros de la ONU a observar una tregua durante los Juegos, subrayando la importancia del olimpismo y fomentando la paz entre las naciones. Israel ha seguido matando a palestinos durante los Juegos Olímpicos.

Algo falla en el olimpismo, algo falla en las Naciones Unidas, algo está fallando en este mundo, cuando el ser humano lleva más 10.000 años matándose en guerras, por recursos alimenticios, reivindicaciones territoriales, simplemente por odio o creyéndose con la posesión de la verdad. La Carta Olímpica nunca hubiera tenido que permitir que los deportistas israelíes participaran como país en París 2024 y lo realmente justo sería que el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) retirará las 7 medallas obtenidas por Israel. Esto no pasará, pero creamos un grave precedente para próximos Juegos Olímpicos y conflictos bélicos. Menos mal que «siempre nos quedará Paris».

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