Se puede ser español hablando otras lenguas españolas, que son históricamente lenguas de España, que forman parte de nuestra herencia cultural, como el catalán, euskera, gallego valenciano o aranés. Como también, se es tan español hablando con cada una de las 12 variedades dialectales del español, que se hablan en la península y en las islas. Porque como nos dice el artículo 3 de la Constitución Española: «El castellano es la lengua española oficial del Estado«, pero además tenemos la suerte de tener otras lenguas españolas que son «un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.» Las demás lenguas españolas son también cooficiales en las Comunidades Autónomas de acuerdo con sus respectivos Estatutos: en Catalunya, el catalán y el aranés; en el Estatuto del País Vasco, el euskera y en Navarra, en la zona geográfica delimitada en la correspondiente Ley; en Galicia, el gallego; en la Comunitat Valenciana, el valenciano y en Illes Balears, el catalán.
En España tenemos una diversidad idiomática y cultural donde coexisten y se entrelazan otras lenguas españolas. Tras un periodo de represión durante el régimen franquista, donde el español (castellano) fue impuesto como el único idioma oficial, la Constitución Española de 1978 desempeña un papel crucial en reconocer y proteger esta diversidad. Los programas de educación bilingüe en las Comunidades Autónomas en las que hay otra lengua española, permite a los niños aprender tanto su idioma regional como el español. Fomentando la diversidad lingüística, con la protección de los idiomas regionales y la promoción del español como lengua común. En definitiva, tenemos la suerte de que nuestra identidad multicultural, no solo enriquece al 40% de habitantes que vive en comunidades bilingües, sino también a la sociedad en su conjunto.
Hablar en catalán, euskera, gallego, valenciano o aranés no debería dificultar el diálogo y la comprensión mutua. En España se producen conflictos por el uso de las lenguas españolas cooficiales, cualquier discusión nacional sobre las lenguas españolas se reduce a posturas de incomprensión, de intolerancia, políticas y también de educación. No quiero decir con esto, que un niño de Cuenca y una niña de Valladolid, tengan que aprender catalán, euskera, gallego, valenciano o aranés. Pero, vemos con normalidad el que aprendan otro idioma como el inglés, el francés, el alemán o el chino para desarrollar sus habilidades cognitivas, aumentar la capacidad de comunicación y abrirse a nuevas oportunidades laborales y culturales. Sin embargo, nos cuesta aceptarlo con las lenguas españolas.
Vivimos en un mundo global, donde cuando paseas por la calle puedes encontrarte un francés, un italiano, un alemán, un sueco o un argentino, nada nos distingue que no sea por la lengua. Sin embargo cada vez es más sencilla la comunicación y la comprensión. Es cuestión de voluntad. Si un niño o un adulto de Soria o Badajoz se van de turismo a Bilbao o Barcelona, pueden encontrar rótulos, nombres de calles, cartas de menú y personas hablando en euskera o catalán. Con un poquito de voluntad por ambas partes y educación, llegarán a comprenderse. No estoy diciendo que todo el mundo lleve pinganillo o un traductor en el móvil, simplemente hay que respetar que en Bilbao o Barcelona se hablan otros idiomas cooficiales. Y, antes del rechazo, se puede pedir con educación que te hablen en castellano, que es la lengua oficial del Estado.
El 21 de septiembre de 2023, el Congreso de los Diputados aprobó de forma definitiva el uso de las lenguas cooficiales en los plenos del hemiciclo, para que los diputados y diputadas pueden hablar en catalán, gallego y euskera con una traducción simultánea que podrán usar el resto de miembros de la Cámara Baja para garantizar el entendimiento. ¿ Podrían hablar todos en castellano ? Evidentemente sí, porque todos conocen su uso. Pero, también es razonable que una persona se exprese en su idioma, en el que se sienta más cómoda y que tenga más fluidez, aparte de ser los representantes políticos de una determinada Comunidad Autónoma. Un guiño a la plurinacionalidad, a la multiculturalidad, a la diversidad, al respeto a las minorías y no solo por ser una imposición de Junts. Se acabó la España una, grande y libre, pero lo me dices en español.
El uso de las lenguas españolas han sido siempre motivo de disputas y de frentismo político. Cuando la realidad es que en las regiones que tienen un idioma cooficial, hay naturalidad, hay convivencia, hay comprensión. No pasa nada. Los que somos hijos de la emigración, conocemos muy bien ese tema, de padres castellanoparlantes y escuela, sociedad e hijos con dos idiomas. No pasa nada. Con voluntad y educación jamás he tenido problemas para entender y que me entiendan. Y, que conste que maleducados hay en todos los sitios.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aseguró que se levantaría de la Conferencia de Presidentes si no le hablaban en castellano: «No me pienso poner el pinganillo». Ha cumplido su amenaza y ha abandonado la Conferencia de Presidentes cuando el lehendakari Imanol Pradales ha comenzado a hablar en euskera durante su intervención. Los diputados del PP, Vox y UPN votaron en contra del uso de las lenguas cooficiales en el Congreso y mantienen la misma postura en esta Conferencia de Presidentes. La derecha se cree con la superioridad moral de definirnos la españolidad y el idioma que hay que hablar. Las lenguas españolas son para usarlas y defenderlas, mucho más cuando habla el máximo responsable de una Comunidad Autónoma. Y, donde por suerte, gracias a un pinganillo todos y todas que quieran, tienen asegurada su comprensión. Solo hace falta un poco de respeto…